Tras cuarenta años de carrera, no podemos decir que Randy Newman tenga todo el reconocimiento que su talento merece. O Al menos así sucede en nuestro país, donde es mucho más conocido gracias a sus magistrales bandas sonoras para películas como “Toy Story” o por las reinterpretaciones que artistas como Joe Cocker, Harry Nilsson o Judy Collins han hecho de sus composiciones que por haber firmado discos tan espectaculares como “Sail Away” (1972) o “Trouble In Paradise” (1983).
Ahora este “Harps & Angels” puede ser una ocasión inmejorable para deshacer tamaña injusticia, pues Randy Newman ha regresado por la puerta grande con una colección de canciones que condensan a la perfección su estilo y talante. Fiel a su piano y una instrumentación basada en el blues, el jazz de Nueva Orleans y el vodevil (a la que hay que sumar esa peculiar acidez e ironía que se despliega con habilidad en temas como la que da título al álbum o en canciones como “Korean Parents”), nos brinda una verdadera lección de cómo mantenerse en el Olimpo de los grandes sin aspavientos, ni la atención de los grandes focos sobre su persona. Con mucha clase.
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