Si lo comparamos con otro de los grandes triunfadores –y todavía en activo- del primer Woodstock que también ha editado nuevo trabajo hace pocas semanas, Carlos Santana, el inglés le da una lección al mexicano de cómo debe ser eso de envejecer con elegancia, criterio y estilo. Poco importa que se trate de su primer trabajo para la multinacional Sony o que su productor, Matt Serletic, sea conocido por estar detrás de discos de bandas que poco tienen que ver con el sexagenario vocalista, como Matchbox 20 o Collective Soul, además del propio Santana. Las composiciones que hace suyas Cocker, todas inéditas excepto el cover del “I Hope” de Dixie Chicks, supuran de nuevo en su voz todo el sentimiento de un alma torturada, superviviente de mil batallas. Leyenda viva para algunos y segundón de la época clásica del rock, ya en declive, para otros, lo mejor de Cocker es que nunca ha pretendido convencer a nadie de nada. Su voz es su mejor arma, y sigue irradiando fuerza y estremeciendo como si de un disco de hace treinta años años se tratara. A su alrededor, desde guitarras wah-wah, cuerdas y vientos, hasta precisos pianos, cálidos coros y percusiones de batalla. Tras más de cuarenta años de carrera, pocas sorpresas nos pueden aguardar ya en el zurrón de uno de los mejores vocalistas de la historia.
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