Quizás porque Hamlet pertenecen a mi misma generación, me cuesta verles como unos veteranos de la escena metal en España, pero lo queramos o no lo son y a buena honra. En su día encabezaron una corriente que entendía el metal de otra forma, con nuevos métodos y adaptándose a los tiempos que corrían, combinando lo aprendido de los clásicos e incorporando señas del nu metal emergente. Ahora bien, el valor de los madrileños siempre ha residido en su personalidad propia y en su constancia, algo que les llevó a ser pioneros en muchos aspectos (llegaron a estar en las filas de Roadrunner, todo un logro). Es posible que ahora no les tengamos tan presentes como quince años atrás, pero siguen en forma. El último movimiento del grupo fue la salida de Alberto Marín, aunque su sonido y su carácter no se han resentido. Suenan atronadores, sin rodeos, sin tomar prisioneros. Aunque suene a obviedad, Hamlet son como los buenos vinos.
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