Llevábamos semanas viendo a Ashley Frangipane -AKA Halsey- imitar fotografías míticas de gente como Kate Bush, Bowie, Joni Mitchell o Fiona Apple. Algunos disfrutaban, otros estaban ya cansados y criticaban que se disfrazase de gente como Björk si luego la música no iba a parecerse en nada a Björk. Pero a unos y a otros nos ha engañado: estábamos ocupados mirando eso, y no nos hemos visto venir la hostia. Porque resultaba que la gracia pop de las fotos estaba ocultando lo que venía en el que es el disco más duro de Halsey, y uno de los más duros del pop reciente.
Nunca un disco de Halsey ha sido liviano, eso es cierto, y justo veníamos de uno cuyo sonido era el más “duro”, bajo la batuta de Trent Reznor, pero esto es distinto. Precisamente ese 'If I can't have love, I want power' estaba considerado su mejor álbum, y quizás en cuanto a producción siga siéndolo, pero 'The Great Impersonator' apunta a quitarle el puesto a nivel general; quedará probablemente como la mayor aportación de la artista al panorama musical, porque es un disco que gustará o no, pero que es único tanto en planteamiento como en resultado. Y es curioso, también hay que decirlo, que varias reseñas negativas partan de aspectos personales y de juicios sobre la personalidad de le cantante, o diciendo que se victimiza. Dice mucho sobre quienes lo hacen, pero también dice mucho sobre un disco que es tan visceral como esas reacciones de desprecio.
Con 'If I can't have...' descubrimos que el sonido nineinchnailsiano le sentaba como un guante a Halsey, y la verdad es que no ha tenido continuidad aquí. Si acaso, se le acerca en algunas producciones, como 'Dog Years', 'Arsonist', 'Lonely is the muse' o incluso la atmósfera en el piano de 'Darwinism'. Pero temas como 'Only Living Girl in LA' o 'The Great Impersonator' no tienen nada que ver... y, sin embargo, son de lo mejor de toda su discografía. Varias canciones de este trabajo lo son, de hecho, siendo su álbum con mayor porcentaje en ese sentido. Y es que debo decir que mi primera reacción al ver que no había esa continuidad fue de decepción, pero, tras escucharlo al completo, tiene bastante sentido.
Con unos créditos que incluyen en producción al tótem Greg Kurstin y a nuevos colaboradores para la artista como Alex G (Frank Ocean), Emile Haynie (Lana del Rey) o Michael Uzowuru (FKA twigs) y en composición al mismísimo Stuart Price, Ashley ha querido imaginar en 'The Great Impersonator' cómo habría sido su carrera si hubiese nacido en otras épocas. Esta “imitación” de distintas estrellas se ha materializado en las fotografías mencionadas al inicio, pero también en unas canciones que toman inspiración, aunque de manera más sutil de lo que pensábamos. Hay alguna más evidente, como el parecido con 'I'm On Fire' de Bruce Springsteen en 'Letter to God (1982)' o los gorgoritos de Dolores O'Riordan en 'Ego' (pese a que la canción es más Avril Lavigne que Cranberries), pero, por lo general, lo que toma la autora de 'Manic' es el concepto de que un artista siempre es, de alguna manera, un imitador, un personaje. Lo demuestra además metiéndose a sí misma entre las imitadas: 'Hurt Feelings' es un guiño al propio personaje de Halsey en su primer disco, 'BADLANDS' (15). “¿Una historia muere con su narradora?” se preguntará en el corte que cierra el disco, donde afirma esperar que a su muerte se diga “aquí yace La Gran Imitadora”.
Y es que la cercanía a la muerte (está recibiendo tratamiento para leucemia y lupus) es el principal motivo de un álbum que le cantante de Nueva Jersey ha querido tomarse como si fuese el último. Por eso el recorrido a su vida y su intimidad como nunca en las letras, por eso el paseo por diferentes artistas, contraponiendo esa “imitación” a letras tan personales y viscerales como la de 'Life of the Spider', grabada a una sola toma y quizás con Tori Amos y su 'Me and a gun' de fondo), la dedicada a su padre 'Hurt Feelings' (“in a few years I will leave, but I'll perpetually believe / that any man who says he loves me is hidin' somethin' up his sleeve (…) you didn't chase me through the park, so now I'm chasin' after you) o las 'Letter to God'. En esta trilogía inspirada por Cher, Springsteen y Aaliyah, Halsey nos cuenta cómo de pequeña le pidió a Dios enfermar de leucemia como un compañero de clase del que envidiaba la atención que recibía, cómo se pregunta si su estado actual es el resultado de aquella plegaria y, en el descorazonador final, cómo le implora ahora a Dios no morir y dejar solo a su hijo.
La muerte está también presente en 'The End', el 'falso primer single' inspirado por Joni Mitchell y que funciona mucho mejor en el disco, donde da un respiro con ese punto optimista del amor como salvación en un momento de dolor. 'I Believe in Magic' (Linda Ronstadt aquí) se ve un poco perjudicada por ir seguida de la anterior, pero se las apaña igualmente para expresar que ha tardado mucho en darse cuenta de cosas respecto a su madre, y que espera que su hijo respecto a ella no tarde tanto.
Los singles en general funcionan mucho mejor dentro del disco, no solo 'The End'. 'Lonely is the muse' (Amy Lee) ya era un temazo, pero 'Ego' (O'Riordan), 'Lucky' (Britney Spears) y 'I Never Loved You' (Kate Bush) se crecen dentro. Esta última, de hecho, acaba siendo uno de sus puntos fuertes, apartándose a priori de lo personal para contar una historia (de hecho, más que a Bush recuerda a la Taylor Swift más storyteller) y comportándose quizás como la canción más clásica de este trabajo, junto a 'Panic Attack' (Stevie Nicks), que, pese a su sonido, no cuenta algo agradable. Lo mismo ocurre con 'Hometown' (Dolly Parton), donde Ashley usa el country precisamente para decir que no volvería a su pueblo ni en un millón de años, mientras nos habla de un antiguo amigo que murió por sobredosis y apunta a montaje policial.
Menos clásicas y más experimentales son joyas del disco como 'Darwinism' (Bowie, aunque tira también a Radiohead como elle misme ha reconocido), la rabia de 'Dog Years' (PJ Harvey) y de 'Arsonist' (Fiona Apple), o el perfecto cierre que supone 'The Great Impersonator' (Björk). Perfecto cierre para un perfecto inicio, porque 'Only Girl Living in LA' es de lo mejorcito que ha hecho nunca. Curiosamente es la única que no tiene en mente un artista musical, nombrando Halsey la máscara de Marilyn como inspiración, pero es como si Lana del Rey estuviese escribiendo un dúo entre Alanis Morrisette y Simon & Garfunkel.
Cinco minutos de letra sin parar y un minuto instrumental que sirven como presentación autoconsciente de toda la intensidad que vendrá a continuación, y que incluye versos como “I told my mother I'd die by 27 / and in a way I sort of did”, “I think I'm special cause I cut myself wide open / as if it's honorable to bleed” o “and they'd be right, because quite frankly, to be alive it shouldn't kill me every day, the way it does” (decidme que esto último no parece escrito por Lana). Llega a decir “my special talent isn't writing”, que, querida Ashley, quién lo diría después de un disco como éste. 'The Great Impersonator' no es para todos, y entiendo que pueda dar pereza o incluso repeler, pero es uno de los álbumes más interesantes que nos ha dado una estrella pop en los últimos años.
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