Cuando una canción de Os
Mutantes se usó para vender hamburguesas en televisión torcimos el gesto.
Cuando se anunció un nuevo disco de la banda nos sorprendimos. Cuando lo
escuchamos sonreímos y la sonrisa todavía dura. Dura porque Sergio Dias sigue
estando tan cuerdo como loco, por lo grande que es Tom Zé a sus setenta y dos
años, porque el espacio sideral sigue siendo verde como la jungla, por la
ingeniería de ensamblaje generacional, porque la ironía y la imaginación
continúan su idilio, porque seguimos entendiendo su desprecio por el
ofrecimiento de Cobain, porque así de simple debería sonar un disco con tanto
sinsentido aparente, porque Bia Mendes sabe defenderse de Rita Lee, porque nada
es lo que parece en un universo del que una vez dentro no se sale nunca, por el
asesinato de la pedantería por parte de la música con mayúsculas y sobre todo
porque “Haih…” es una impecable manera
de homenajearse a sí mismos, ampliando la mansión de su carrera con una
habitación de lujo en lugar de ensuciarla con un trasto innecesario. Casi una
obra maestra. Casi como las de hace cuarenta años.
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