Hay bandas que por mucho que aspiren mierda siempre soplan aire fresco. “Hai!” arranca en secuencias de impactos rítmicos cercanos a bandas de percusión contemporánea como Indoor Storm o Mayumana. Al rato la voz de Siouxsie levita incitante e hipnótica, liberada y orientalizada, sofisticada y misteriosa, y timbales, tambores, marimbas y programaciones rítmicas se ralentizan y casi detienen.
El feng shui del rock aparece y todo cae en su lugar. El disco explora la cultura musical nipona y está grabado en simbiosis espiritual (palabras de Budgie) y física con Leonard Eto, performer estrella de taiko, la percusión tradicional nipona famosa por su capacidad de aporreo y el diámetro de los biceps de sus ejecutantes. Apto pues para ceremonias tribales modernas, elegante y distante in a japanese way. Brutal a la vez por unificar ritmos primigenios con la pausa del rock de vanguardia. Quien pretenda inmersión a pulmón libre dispone de edición especial con segundo compacto con mezcla sin voces. Ritmo directo a vena.
Yo ya pediría un tercero sólo con la voz. Siouxsie aún derrite. Poco a poco. Budgie acelera el pulso y ella lo ralentiza. Una vez y otra. Y la escucha no acaba sino en tremendo orgasmo. Arriesgado. Contundentemente frío. Desbordante.
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