Habrá que verlo
DiscosTropa Do Carallo

Habrá que verlo

7 / 10
Holden Fiasco — 17-06-2024
Empresa — Autoeditado
Género — Punk Rock

El segundo disco de Tropa do Carallo responde al título de “Habrá que verlo”. Y oírlo. Detenidamente. Es lo que he hecho. Y eso que llego definitivamente tarde: lo sacaron en abril de este año, creo. Cuando digo que lo sacaron me refiero a ellos, a los que lo han grabado: Evaristo Páramos, Abel Murua, Tripi y los dos guitarristas, Alberto Salgado y Kako Disturbio. Tropa do Carallo, vamos.

Las veinte canciones que reúnen aquí van por la misma línea renovadora de las dieciocho de la primera entrega. De principio a fin, es decir, desde la primera canción – la pegadiza e irónica visión de un futurista presente que me parece “Aloe Berga” – hasta la última – la rockera “El mejor de entre nosotros” – se demuestra una variedad que ya se apreciaba en “¡Qué hostias andáis!” Por cierto, los títulos de los dos álbumes también encuentran cosas que compartir: esa forma de interpelar, como si fuera el fragmento de una conversación, con más gente en la ecuación. Puede que exagere, pero a mí se me queda ese regustillo cuando veo los dos títulos juntos.

Igual no lo sabes, que lo dudo, pero por si acaso te lo explico. Tropa do Carallo nace en 2021. Más o menos, de las ascuas de La Polla Records. Eso sí, no es lo mismo con un nombre distinto, aunque haya cosas que unen a ambos proyectos, incluso más allá de lo evidente, que son los nombres de los miembros. Sin embargo, es importante también lo que tiene de novedoso. La voz de Evaristo no se mantiene siempre en un mismo tono y las canciones también cuentan con matices nuevos. No renuncian a la herencia, por supuesto, pero el sonido, sobre todo, trae pliegues y sorpresas que no desentonan.

Es una colección, por lo tanto, que puede contentar tanto a fanáticos como a merodeadores, me atrevería a decir. Todas las canciones rondan entre los dos minutos y los dos minutos y poco, no tienen añadidos ni decoraciones, y recorren el universo temático que ya definía a la banda: se habla de guerras y política, la sociedad en general y su obscena modernidad, de inteligencia artificial, turismo, ciencia, refugiados y la clase obrera. Aparecen habituales personajes secundarios y principales en las canciones de Evaristo Páramos como las distintas fuerzas de seguridad, reyes y banqueros, fachas, jueces y hasta algún nombre propio de actualidad. Muchos de ellos salen listados en “Todo arreglao”, que parece empezar en el folk y terminar en el punk, ir de lo cotidiano a lo trascendental. En general, las canciones, en cuanto a la letra, se mueven entre lo específico y actual, como “Welcome Refugees” o “Bar Denas”, hasta lo universal y frecuente, ya sea cuando hablan de política - “La clase baja atada de pies y manos es abandonada por la supuesta izquierda en las garras de la puta ultraderecha” – o de los riesgos de la popularidad - “Fan de molde”.

Se ven las trazas estilísticas propias del género, como el uso de los coros, las guitarras bulliciosas, la sección rítmica rotunda, los versos punzantes y la velocidad. Mola como mantiene el bajo la tensión en “El listo del barrio”, como usan el diálogo entre voces en “Del tirón” o en “Pa cada mono tenemos un plátano” o como los coros crecen y levantan muchas canciones, por ejemplo, en “Te disparé”. En “Leña”, se estima la arquitectura: el bajo que arrastra la canción, las guitarras luminosas que la encabritan y esa perspectiva lírica que complica las consecuencias del paso del tiempo. En general, todo el repertorio muestra una variedad muy interesante. Por ejemplo, en el fraseo y las tonalidades de la voz principal, donde Evaristo juega con medios tiempos, aplaca el ímpetu gratuito, se muestra irónico, sagaz. Enredan con los cánones del rock & roll, incluso cuando cantan en galego. A veces, hasta parece que se acercan a un high energy contenido o ganan un ritmillo funky, como en “En el submundo”. Ejemplos de los matices, la variedad que mencionaba antes.

Quizás sea una impresión muy personal, pero a mí me da la sensación de que no le tienen miedo a nada. No tienen deudas ni compromisos. No necesitan cumplir, contentar, ni tan siquiera mirar para atrás para buscar orientación o coger impulso. Es cierto que no están inventando nada nuevo, ni en lo lírico ni en lo musical, pero se nota la autonomía y la desenvoltura. Consiguen mantener intacto el ímpetu y que el disco suene fresco y sugestivo. El disco, además, suena muy bien. Así que… “habrá que verlo” y oírlo, ¿no?

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