Havalina no es un grupo innovador, por lo menos no en el sentido tradicional. La suya es una honesta carrera de fondo en la que hace tiempo alcanzaron las primeras posiciones. Ahora juegan a mantenerlas, lo cual ya es bastante complicado. Tardaron en encontrar su sonido, y lo que se avanzaba en “Las hojas secas” (Origami, 2010) es ya un hecho en “H”. Havalina suenan a Havalina, pero también a Queens Of The Stone Age y a los The Cure más densos y eléctricos. Pecan de cierta repetición en temas y estructuras, que compensan con largos desarrollos instrumentales nacidos de la improvisación y un directo con pocos competidores en nuestro país. Probablemente una secuenciación diferente hubiera sido mejor, pero no es un disco que pueda entenderse al completo si lo diseccionamos canción a canción. Es una de sus virtudes, y seguramente también uno de sus defectos. Lo que antes era tristeza, tormento y rabia, ahora es luz ruidosa, tensión, tempos más acelerados y mayor contundencia. Las guitarras siguen siendo las protagonistas, desde las oscuras “Norte” o “El estruendo” a las enérgicas (y para sus estándares, casi pop) “Compañía Felina” o “Música para peces”.
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