Gogol Bordello llevan ya su tiempo guerreando por hacerse escuchar en Estados Unidos, país que les acoge. Sus reivindicaciones y su música se combinan dando fruto a un discurso para el que el Imperio parecía no tener oídos, pero miren por dónde, las cosas cambian. Gogol Bordello están consiguiendo en los últimos meses una repercusión inédita hasta la fecha.
¿Su fórmula? Una combinación entre música folclórica balcánica con punk en la línea de unos Kultur Shock, sólo que con resultados más disfrutables y vigorosos. Las guitarras eléctricas comparten su protagonismo con los acordeones, los violines gitanos, las percusiones corporales se unen a las baterías y los tamborines para respaldar un discurso que forma parte fundamental de su propuesta. Eugene Hütz, su vocalista, es el responsable de unos textos que hablan sobre el abuso de poder (“60 Revolutions”), la globalización (“Think Locally, Fuck Globally”), la inmigración (“Immigrant Punk”) o la necesidad de mantener viva la cultura propia allá dónde uno esté (“Sally”). Piensen en cómo podría sonaría Fanfare Ciocarlia si se metiesen a punks, en cómo se desenvolverían Taraf de Haïdouks si mutasen en Mano Negra... pues eso.
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