La Chiquitilla de Gavellar, patrona de Úbeda, vuelve a echar una mano a nuestros amigos de Guadalupe Plata espantando a unos demonios que querían robarles los instrumentos. La banda recrea en la portada de su nuevo disco tal escena a modo de exvoto, fascinante muestra de la cultura popular mexicana, poniendo así una piedra más en la historia de una formación tan diferente a todo lo demás que no podemos evitar pensar cuánto les echaremos de menos si algún día deciden colgar, en su caso, el barreño. Pero no es el momento, por suerte, y actualmente giran por toda la península presentando un quinto LP (nuevamente homónimo) que registraban en el hogar estudio La Mina, donde con más tiempo de lo que es habitual daban rienda suelta a algunas nuevas inquietudes.
Aunque nada cambia esencialmente en su blues rock sombrío e hipnótico, engendrando hits como los boogies ‘Duermo con serpientes’ o ‘Maricarmen’ con los mínimos elementos disponibles en su cruzada por la involución, sí se dan el gusto de añadir elementos de percusión de la España profunda como la botella de anís, adaptando a su naturaleza el espíritu del "Gris-Gris" de Dr. John. Las versiones vuelven además a ser la excusa ideal para probar cosas nuevas, llevándose a su terreno el ‘I hear voices” de Screamin’ Jay Hawkins, en el que Pedro de Dios se sale de su habitual registro vocal como ya hacía cantando a Violeta Parra en anteriores entregas; o adaptando música y letra de ‘El afuerino’ de, precisamente, Ángel Parra, con la colaboración de Sebas Orellana de La Big Rabia.
Retratos inquietantes del mundo rural, pasajes sugestivos con aires de serie B. Guadalupe Plata siguen construyendo un apasionante imaginario que trasciende a lo estrictamente musical, entre el comic de estética alucinada y el cine de terror. Conectando cada vez más con el público, que agradece la honestidad y ese surrealista sentido del humor, y siendo siempre conscientes de la realidad desde su querida Úbeda.
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