Con Super Furry Animals luciendo cada vez más como un bonito recuerdo de los noventa y los dosmiles, Gruff Rhys –vocalista y líder de la troupe– sigue dejando obras inexcusables dentro de una carrera en solitario cada vez más jugosa e imaginativa. “Sadness Sets Me Free” (Rough Trade, 24) es la última entrega de uno de los mayores orfebres del pop galés, y esta referencia no solo confirma tan destacado estatus sin dejar espacio para la duda, si no que, además, lo hace por todo lo alto, apuntando al que bien podría ser el mejor disco de una trayectoria de por sí intachable. Un trabajo de pop impecable, engalanado con unos arreglos exquisitos que aportan lo justo como para alcanzar esa pincelada barroca que, sin caer en el exceso, tan bien sienta a las composiciones.
La presente entrega tiene nexos en común con el catálogo de otro primer espada como Neil Hannon y sus The Divine Comedy y, a lo largo y ancho de un decálogo de aspecto luminoso y mensaje nostálgico, señala a un autor en definitivo estado de gracia. Rhys recrea pasajes con su habitual elegancia y buen gusto, apurando trazo con una serie inacabable de recursos en forma de detalles que, aun colocados en un primer plano con el que realzar las composiciones, evitan la recarga fuera de lugar. Arreglos de cuerdas, melodías imbatibles y una voz sugestiva plagada de matices dejan a su paso un disco precioso trazado con gemas ensoñadoras, que convertirán el entorno del oyente en un lugar más habitable. Sucede, entre otras, en las iniciales “Sadness Sets Me Free” y “Bad Friend”, y también con “They Sold My Home To Build A Skyscraper”, esa gominola que es “Silver Lining (Lead Balloons)”, “Peace Signs” o “Cover Up The Cover Up”, alargándose hasta el resplandor final y cegador de “I’ll Keep Singing” y sus mágicos violines.
Algo queda del surrealismo psicodélico y colorido de los tiempos de Super Furry Animals, si bien ahora aparece con un poso de madurez creativa que, en el caso concreto del de Pembrokeshire, presume de una ensalzadora naturalidad. “Sadness Sets Me Free” es un viaje inmaculado por el universo de Gruff Rhys, ese tan especial y sugestivo que apenas puede abarcarse entre emoción y asombro, satisfacción y felicidad, y al que es necesario (y enormemente placentero) acercarse una y otra vez en busca de nuevos recovecos que descubrir. Sobre todo, en este elepé que, bien merece la pena reiterarlo, podría entenderse como el sumun creativo del autor hasta la fecha, tras imponerse como un festín en torno a sus propias credenciales, ahora del todo desatadas y puestas al servicio de canciones maravillosas.
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