Gruff Rhys ha sabido mantener activo ese toque mágico y algo alucinógeno con el que viene impregnando todo lo que toca desde hace más de dos décadas, momento en el que se inventó a los tan necesarios Super Furry Animals allá por los noventa. Hace ya tiempo que, tal y como declaró el propio autor en una entrevista concedida a este mismo medio con motivo del de su anterior lanzamiento, el grupo se encuentra inmerso en una hibernación indefinida. Una ausencia fuertemente añorada, pero que no resulta tan dolorosa dado el fructífero y certero recorrido seguido por el propio Rhys a lo largo de su cada vez más dilatada carrera en solitario.
Así, sólo un año después de su anterior entrega –el más que notable "Babelsberg" (Rough Trade, 18)–, el británico encuentra una nueva excusa para grabar y hacer diana con una referencia que motiva las habituales (e inconfundibles) vibraciones positivas no exentas de un halo crítico. Tal y como ya sucediese con el lejano "Yr Atal Genhedlaeth" (Rough Trade, 05), "Pang!" (Rough Trade, 19) es un álbum interpretado en galés, logrando así una peculiar sonoridad que realza aún más el perfil exótico del conjunto. Nueve canciones producidas por el sudafricano especializado en electrónica Muza, en lo que es una colaboración en firme protagonizada por ese pop cuidado y carente de cualquier tipo de prejuicio, que aquí se nutre generosamente de bases africanas. Melodías exquisitas se alían de forma natural con esa experimentación y curiosidad surgida de la propia inquietud del creador, a lo largo de temas como “Bae Bae Bae”, “Niwl O Anwiredd”, la juguetona “Digidigol”, “Taranau Mai” o la misma “Pang!”, en una mixtura de encantadoras consecuencias.
"Pang!" (Rough Trade, 19) es un meritorio elepé de (relativa) fusión, corto en duración y preciso en su conquista del oyente, influenciado por la figura de Prince –visita a su antiguo estudio y hogar Paisley Park en Minneapolis incluida– según confiesa el propio firmante del mismo, aunque en la práctica esa referencia quizás se sitúe más en el fondo que en las formas. En definitiva, la enésima muesca en un inventario creativo tan jugoso y amplio como es el de Gruff Rhys, siempre imaginativo, fresco y versátil. Tanto, que parece no tener fondo ni límites a la vista.
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