Si siguen mínimamente el underground metálico
de este país, es más que probable que tengan algún disco o que hayan
visto en directo a los catalanes Foscor. Deberían. A quienes no tengan
aún el placer, decirles que la banda, creada en Barcelona a finales de
los noventa, se mueve en las oscuras y espesas aguas del black metal
nórdico, bebiendo de formaciones como Emperor, Immortal, Shining o los
primeros Satyricon, aunque también del doom metal brumoso de Katatonia
o Bethlehem. Su recién editado “Groans To The
Guilty”, tercer álbum de su carrera, es el mejor ejemplo de ese cruce
de sonidos bastardos que el cuarteto sabe impregnar de la crudeza, la
densidad y la emotividad latentes en todo buen trabajo del género. De
sonoridad envolvente y perturbadora, sus nuevas canciones logran un
mayor impacto indagando en estructuras más sencillas y contundentes que
las de su anterior “The Smile Of The Sad Ones”. Un acertado paso
adelante en el que confluyen mejor que nunca los riffs y las notas
disarmónicas de Falke y Wilhkiem, la alternancia de voces limpias y
guturales –de nuevo, en inglés y catalán- de un inspirado Fiar, y la
infalible maquinaria rítmica de Nechrist. Con “Groans To The Guilty”,
Foscor acaban de firmar el que debería ser su disco de confirmación
europea, un imponente opus a la agresión marcado por una afinada e
insólita sensibilidad estética.
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