Comparar a una banda joven que acaba de sacar su primer disco con unos titánicos y legendarios Led Zeppelin genera rechazo y expectación a partes iguales. Para bien o para mal, es difícil que Greta Van Fleet se despeguen de esa etiqueta después del lanzamiento de “Anthem Of The Peaceful Army”. Y es que su nuevo trabajo funciona como un homenaje al rock de los setenta y consigue su objetivo: reivindicar las raíces del género, pero con la frescura y fuerza de una banda que empieza a despegar. La nostalgia juega a favor de los de Michigan en un contexto en el que el hard rock ha perdido terreno, usando las comparaciones a su favor para convertirse en una nota disonante.
Sin complejos, la voz de Josh Kiska se convierte en un eco de un joven Robert Plant, mientras su hermano Jake Kiska hace a las veces de Jimmy Page. Nos arrastran hacia atmósferas psicodélicas y grandilocuentes con “Watching Over” y se vuelven abrasivos en “Mountain Of The Sun”. Sus estructuras son pesadas y su nivel técnico está a la altura, aunque en ocasiones apuesten por el rock sin más, como en el caso de la redonda “Lover Leaver”. Ampliando su paleta, añaden a la fórmula el necesario toque blues que llega de la mano de la mística “Brave New World”, un ejercicio de estilo que muestra el potencial de la banda.
Reflejarse de forma tan clara en los grandes referentes tiene su peligro, un peligro que les acecha de cerca durante la práctica totalidad del disco. Aún así, es evidente que “Anthem Of The Peaceful Army” es una buena y necesaria puesta de largo, pero en años venideros Greta Van Fleet deberán dar un paso más allá de la admiración para llegar a ser capaces de escribir su propia historia.
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