Si se piensa sobre ello, es tan sobrecogedor como hermoso. Un artista, un músico, dejando como testamento un puñado de canciones, lo que mejor se le da, que sirva de despedida y de último legado de su vida y obra. Tras el complejo, pero magnífico "Blackstar" de David Bowie, y el crepuscular y lírico "You Want It Darker" de Leonard Cohen, Gregg Allman recogió el testigo. Allman sabía que estaba agotando sus últimas horas en este mundo cuando se unió en el estudio a Don Was (Iggy Pop, The Rolling Stones). Una canción propia, la inicial "My Only True Friend", autobiográfica y hondamente confesional, y un puñado de versiones que documentan sus apegos vitales. Desde la imponente "Once I Was" de Tim Buckley hasta el guiño al rock sureño clásico de "Willin’"de Little Feat pasando por un solemne acercamiento al "Going Going Gone" de Dylan o la autoexplicativa "I Love The Life I Live" de Willie Dixon. Pero si hay una interpretación que destaca es la de Song For Adam de Jackson Browne, que aparece como invitado en el tema.
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