Crítica de 'III', el nuevo disco de Grande Amore

A ritmo de álbum cada dos años. Así es como Grande Amore continúa azotando la escena desde Galicia, con discos que inciden y abren brecha en torno a ese electro-punk con querencia industrial que tiene en el sello DFA y bandas como LCD Soundystem, The Rapture, Yacht o Radio 4 el principal espejo en el que mirarse de cara a definir su propio estilo. Era la fórmula, tremendamente efectiva, que fluía a lo largo de “Grande Amore” (Ernie, 21) y “II” (Ernie, 23), dejando temas que ya son clásicos dentro del repertorio en directo del proyecto liderado por Nuno Pico y completado por mariagrep y Clara Redondo.

En la presente continuación, la formación mantiene la base de su sonido sin que la chispa esté siquiera cerca de extinguirse, pero también aprovechan la ocasión para añadir algunos ingredientes a la receta. Es el caso de no pocos trazos de post-punk Y distorsiones con las que oscurecen sensiblemente las tonalidades con respecto a las predominantes en el catálogo previo. Pildorazos inesquivables con el habitual envoltorio (y, de nuevo, arrasadores a su paso) del tipo de “Vou pa Arzúa”, “Lonxe dos homes”, “Ontes fun moi malo”, “Maldita sea mi suerte” o “Contigo”. Junto a ellos lucen sólidos acercamientos al post-punk del tipo de “Lela” (con la sombra de Killing Joke asomando) o “Tempo queimado”. Una serie de destacadas a la que añadir esa pieza deudora de Spacemen 3 que es “Ti máis eu” –rara avis de la referencia y acertado resultado de la colaboración con el asturiano Nacho Vegas– y ese fin de fiesta con alma de rave que es “Flor dun día”.

“III” es una obra que mantiene la esencia del asunto, mientras amplía horizontes en un movimiento necesario y, desde luego, agradecido. Un disco (aún) más agresivo, de trazo grueso y asfixiante que crea un submundo específico en el que habitar durante treinta y cinco intensos minutos. Es la consecuencia directa que destila un título más variado y oxigenado estilísticamente que las dos anteriores entregas del de Valadouro, en las que vuelve a probar su capacidad para crear himnos underground de narrativa realista y abierta en canal. Al amparo de un idioma como el gallego que, en la interpretación de Grande Amore, resuena universal.