La naturaleza de Gorillaz es un arma de doble filo. Por un lado, el carácter virtual de la banda los hace tremendamente interesantes y les permite siempre mutar para convertirse en lo que el mundo pide a cada momento. Por otro lado, esa renovación continua (o el intento de hacerlo) hace que su música se caracterice por la irregularidad; al fin y al cabo, ¿cómo anticipar los movimientos de una banda que en realidad no existe, al menos en el plano físico? El juguete de Damon Albarn es más peligroso de lo que el mismo Albarn cree, y usarlo sin demasiada gracia lleva a decepciones como “Humanz”, ese disco post-victoria de Trump tan lleno de colaboraciones que apuntaba en muchas direcciones sin llegar realmente a nada concreto. Y si este polémico trabajo generó incertidumbre, imaginaos cómo de rápido saltaron las alarmas cuando se confirmaron los rumores de que saldría otro este 2018.
Pero el temor ha resultado infundado. Con “The Now Now”, Albarn demuestra que ha aprendido de los errores, rebajando el número de colaboraciones y focalizando más el sonido. El resultado es un disco sencillo y ligero, pero también coherente y hecho con los pies en el suelo. Se abre con “Humility”, sencillo que ya me desconcertó cuando se presentó antes del disco y que me sigue desconcertando ahora porque es tan veraniego como plano, tan luminoso como descafeinado. Pero se arregla un poco con “Tranz” (a Damon le gustan las zetas, por si alguien tenía dudas aún) y “Hollywood” sorprende por su sonido socarrón y desenfadado. Y más importante: sabe usar las colaboraciones de Snoop Dog y Jamie Principle sin llegar a abrumar.
A pesar de que casi ningún tema brille demasiado (una tendencia que parece instalada en Gorillaz desde hace demasiados años), ninguno de ellos tampoco se puede calificar de genérico y muchos presentan ideas genuinamente buenas. Así llegan canciones como la curiosa “Idaho”, con su espíritu folk filtrado con aires de psicodelia y ciencia-ficción que muestra la capacidad de romper moldes que tiene Gorillaz. “Lake Zurich” es algo que haría menear la cabeza de James Murphy y resulta uno de los temas más inspirados del disco aunque no haya casi parte vocal. “Fire Flies”, por su parte, parece volver a la melancolía del “Everyday Robots” de Albarn a golpe de soul sintetizado y se convierte en uno de los puntos álgidos del álbum.
Con once temas a menudo inclasificables (lo divertido de Gorillaz es convertir las discusiones sobre géneros musicales en algo estéril), “The Now Now” se confirma como un disco tan instantáneo como indica su nombre, que coquetea a fondo con aires synth-pop y funk y tiene ese punto justo de levedad y complejidad ideal para escucharlo en verano. También es el disco más solitario de Gorillaz, lo que evita que aproveche todo lo que un proyecto tan único como éste puede ofrecer (su capacidad de trascender a lo puramente musical, de recrearse con sus personajes, de usar plataformas audiovisuales de modo innovador). Pero aunque algunos lo entiendan como una disculpa de Albarn por ese desconcertante “Humanz”, no podrán negar que se trata de un mea culpa realmente bien entonado.
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