El tercer disco de Gold Panda aparece en una nueva discográfica, City Slang, tras un par de discos publicados en Ghostly International, pero no cambia para nada ni su sonido ni su forma de trabajar; él sigue creando temas a partir de samples que capturan la personalidad de un tipo curioso y con un excelente olfato para encontrar sonidos y crear collages que acaban transformados en nuevas canciones con vida propia, algo que llevaba haciendo desde su primer disco “Lucky Sinner”, el que le sirvió para presentarse en sociedad y para encontrar su hueco dentro de la escena musical. Por aquella época se le comparaba con gente como el Four Tet de los inicios, Coldcut (por el uso del sampler) y/o, en general, con buena parte del catálogo de Ninja Tune y Warp; un sonido que bebía de la folktrónica pero que también tenía mucho de IDM. Divagaciones de críticos musicales en su mayor parte, ya que este hombre en realidad es un beatmaker de toda la vida que tiene por instrumento un AKAI MPC y un fin, que es el crear temas atemporales y con un toque naif; lo único que en vez de orientar su música a acompañar el discurso de un MC, se vale por sí misma para comunicar lo que tiene que decirnos.
Y lo que nos quiere contar son las sensaciones que le transmitió un viaje a Japón, del que cogió la inspiración para hacer este disco y el título del mismo; cuenta en las entrevistas que el título del disco es una frase que les dijo un taxista japonés al despedirse y que le pareció más que apropiada. El discurso sigue siendo el mismo pero con algunos matices, como una cierta aproximación a un sonido más house en algunos de los temas, con algunos ritmos centrados en el 4x4 y que podrían funcionar perfectamente en la pista de baile; aparte, el sonido de este en este disco el sonido es algo más “rugoso”, más analógico y las canciones tienen una vuelta menos y parecen (y son) más directas, tienen esa doble cara de parecer sencillas en una primera escucha, pero a la segunda y tercera vas viendo más detalles que hacen que el disco te vuelva a atrapar.
Si uno busca un poco por internet leerá que este disco ha sido producido en el estudio de Luke Abbott - uno de los puntales del sello Border Community, famoso por su acertada mezcla de géneros como el house, techno y la IDM con mucha personalidad y toque emo por momentos -, que le da otro toque y sonido; y hace poco se ha sabido que también tiene cosas preparadas para el sello de house Pampa Records, hogar del genial e inclasificable DJ Koze; todo indica a que estamos ante un artista que poco a poco va abriendo su campo de acción y que en el futuro nos dará más sorpresas. En cuanto a los temas que incluye tan solo queda decir que tiene tres singles potenciales (“Metal Bird”, “Chiba Nights” y “Time Eater”) y que el resto de los temas no desentonan para nada, manteniendo un nivel muy alto durante todo el disco que sube un poco el nivel respecto al anterior y mira de tú a tú a su primer disco.
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