La banda de Johnny Bramwell es un eslabón entre aquellos nuevos acústicos prontamente arrollados por la ligereza de su propuesta y los actuales cantautores intimistas e introspectivos. Más complejos, IAK no debieron haber entrado en el paquete, pero se les metió por la coincidencia de su debut, “Natural History”, con el “auge” de la etiqueta.
Desde entonces han actuado, actuado y vuelto a actuar, lo que habrá tenido algo que ver en la mayor dosis de electricidad rock que se encuentra en su tercer disco. IAK no es un grupo, es un mundo –dicen ellos- y parece que ese mundo se vuelve más opresivo y oscuro, más amenazador y, sobre todo, más diverso. Tanto como esquizofrénica es la personalidad de su compositor, capaz de acercarse a Edith Piaf y a los Shadows, al country, al jazz y a la música oriental o la herencia brit-pop sin dejar de ser Johnny Bramwell, el poppie. Sus momentos acústicos (la poética “Astray”, la dylaniana “I Believe” o la inspirada “Dead Men´s Cigarettes”) siguen siendo los mejores, pero es un disco con muy poco desperdicio, con muchos más dioses que monstruos.
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