DiscosGoat

Goat

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Fran González — 28-10-2024
Empresa — Rocket Recordings

De la mano de un elepé de título homónimo, los suecos Goat cierran por todo lo alto la tríada de álbumes que nos prometieron tras su celebrado regreso en 2022 y confirman ser oficialmente uno de los revulsivos más sugerentes de la escena psicodélica actual. El sexto capítulo en la carrera de los de Gotemburgo subraya así su fantástico momento profesional, al tiempo que nos brinda una nueva excusa para sumergirnos en las profundidades de sus siempre impredecibles y deliciosos caminos sonoros.

La verdadera identidad de los miembros de este colectivo, oculta tras unas características máscaras tribales, es tan misteriosa y enigmática como su innata habilidad para embaucarnos con sus atrayentes mandalas orquestales. En algunas ocasiones próximos al blues de púa enloquecida y asociación libre (“Dollar Bill”) y en otras apostando por el mantra atávico de paisaje selvático (“Goatbrain”), la banda nórdica nos presenta con “Goat” (Rocket Recordings, 24) las peculiaridades propias de ese tipo de experiencias inmersivas que nos trasladan a otro plano de la realidad y reclaman nuestra atención a partir de una escucha generosamente ininterrumpida.

Conscientes de que solo así apreciaremos merecidamente sus múltiples capas y el envolvente efecto de sus hipnóticos loops, las ocho nuevas pistas firmadas por Christian Johansson y su séquito acariciarán nuestros sentidos hasta introducirnos de pleno en su ritualistica e inesperada dinámica. Abrazar sin remilgos la más excéntrica de las ideas y generar con ello una cohesión del todo brillante, incluso en mitad del caos más impetuoso, parecen ser las máximas de un trabajo que se sacude exitosamente de encima esa homogeneidad y falta de bravura que corrompe a sus coetáneos.

Pese a sus seculares designios y su singular narrativa, “Goat” es hartamente accesible para cualquier tipo de oyentes, sobre todo gracias a la habilidad de sus responsables para generar una marciana aleación entre etiquetas y estilos que nos llevarán desde el funk setentero y luminoso (“Zombie”) hasta la electrónica más peyotera (“Ouroboros”). Los sintes de Ray Manzarek cobran vida en “Frisco Beaver”, mientras que en “One More Death” lo hace la lisergia intelectual de King Crimson. Si existe un punto concéntrico en el que puedan cruzarse las diagonales del rock setentero, la cultura de club y los ritmos ancestrales, Goat saben bien cómo dar con él.

Sacándole el mejor jugo a su etapa más prolífica (habiendo incluso contribuido a las bandas sonoras de algunos proyectos televisivos en los últimos años), los suecos prueban con el conjunto de hechizos conjurados en “Goat” que su inclasificable catálogo continúa creciendo al alza, al tiempo que corroboran nuestra teoría de que uno no puede escuchar su música sin terminar viviéndola con vehemente apremio.

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