En la reseña para Mondo Sonoro del anterior trabajo de Goa, ‘Inmortal’, hacíamos referencia al peligro que corría su posición como uno de los artistas más pujantes de la segunda ola de la música urbana en España si no daba el paso de ampliar sus horizontes musicales y conseguía que sus canciones tuvieran una mayor entidad propia. Que fueran más distinguibles entre sí, que no se quedara anclado en una fórmula que le funcionaba.
Parece que con ‘Love Is Hell’ Goa ha conseguido empezar a recorrer ese camino. En este nuevo trabajo apuesta por sonidos de guitarras muy próximas al heavy metal como en ‘Belzebú’ o ‘Tsunami’ de forma más evidente y, lo más importante, exitosa. Por otro lado, en otros temas como ‘Ryuk', consigue desembarazarse más de ese sonido de lo que lo venía haciendo. El álbum -corto de canciones, como es habitual- sí que supone una evolución en el sonido de Goa, que sigue siendo capaz de ofrecerle a su fidelísimo público (si te gusta Goa te gusta mucho Goa) lo que le ha aupado a las zonas nobles de la escena patria: amor roto, tristeza, referencias a lo más oscuro de la cultura popular, antidepresivos y drogas y sonidos que le acercan más que nadie en España al sad trap que popularizaron Lil Peep y los suyos en los Estados Unidos. Pero ya decíamos que este ‘Love Is Hell’ iba más allá.
El disco también es una carta de amor y odio a la ciudad (‘Mierda de Ciudad’) en la que el artista valenciano reside desde hace años. Algo que dota al trabajo de un contexto espacio-temporal que lo conecta con la realidad de una manera más interesante. Al mezclar este contexto con sus rasgos de estilo habituales, además del cambio en los beats (abrazar más el metal es un paso lógico dentro de su evolución hasta ahora) y de una mejora en las letras, el álbum crece por sí mismo.
Goa, que se rodea de sus habituales (“a Pochi que me quiere como un hermano”), nos deja con buenos temas en este trabajo: “El Precio del Poder” es una de sus mejores canciones hasta la fecha; también en ‘Ex Crush’, donde se le ve más suelto, menos encorsetado a la hora de escribir, da la talla que esperamos de él los que vimos en su irrupción un síntoma de la excelente calidad de la escena española.
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