Go To School

Hay discos escurridizos. Sin ir más lejos, el segundo del jovencísimo dúo neoyorquino que forman los hermanos D´Addario. ¿Un Tommy barroco sobre un chimpancé machacado en casa y la escuela? ¿Cachondeo posmoderno o genuina obra de arte de pop excesivo? ¿Las dos cosas a la vez? Aseguran sus autores, aplicados y superdotados hijos de los músicos Ronnie D´Addario y Susan Hall -enrolados, por cierto, como colaboradores- que, lejos de su intención hacer una parodia, pretendían hacer un musical (rock) que no se tomara muy en serio. Habrá que concluir que The Lemon Twigs son dos niños prodigio de un talento raro, sin miedo alguno de exhibir su don para la melodía. Y cuya música está, por lo tanto, en otra galaxia espacio-temporal, mucho más cerca de los setenta más expansivos, que de artistas de su generación.

Así es como, imagino, hay que acercarse a este deslumbrante, desconcertante, y por momentos también irritante, Go To School. En comparación, discos enteros de reputados artistas mucho mayores son meros bosquejos, como al lado de un lienzo de Rubens, un dibujo de la última época de Picasso es un garabato. Menos mal que el arte no se mide en función de las horas invertidas en su creación o la complejidad formal, sino (simplificando mucho) si lo que se consigue está más o menos cerca de lo que se pretende.

Quedémonos, pues, con que estamos ante un festival de pop barroco con forma de musical (o, como se decía antes, “ópera rock”) grabado en analógico en el sótano de su casa, que convierte a Sparks, los primeros Queen y Elton John en sobrios cantautores. Las ilustres colaboraciones de gente como Todd Rundgren o Jody Stephens (batería de Big Star) dejan clara la conexión setentera y libérrimo espíritu glam de un disco que muestra que los D´Addario van por libre. Aunque uno puede encontrar leves trazas de The Strokes o de los Who desatados, ni siquiera puede verse como single el tierno cierre “If You Give Enough”, que marida a Disney con el Brian Wilson más acaramelado, teremín de por medio. El hecho de que vayan a telonear a Arctic Monkeys, que no tienen un pelo de tontos, aclara que estos chicos de talento literalmente extraordinario van en serio. Aunque parezca que no.