Most Normal

Aunque su nombre haya cambiado, el cuarteto irlandés liderado por Dara Kiely mantiene en su tercer asalto –el primero desde que dejaron de llamarse Girl Band– todo lo que nos conquistó de ellos en sus trabajos previos: fiereza, distorsión, caos y discursos crudos en clave de spoken word, prestos y dispuestos a remover tantas conciencias como sea posible. “Most Normal” es la prueba empírica de que el post-punk anglosajón no es solo fachada, y detrás de sus continuos guiños a décadas pasadas –será imposible no trazar líneas directas que nos lleven desde aquí al discurso de The Fall y al imaginario del añorado Mark E Smith, por ejemplo–, es un género que ha cobrado sentido propio dentro del contexto generacional que ahora nos acontece.

Un ensordecedor acople y un consiguiente repiqueteo entre alaridos conducidos hasta el loop suponen el acto de apertura más salvaje que probablemente recordemos en el rock angloparlante en mucho tiempo. Y así es como, si de un elefante en una cacharrería se tratase, entra el sonido de “The Gum” en nuestros altavoces, dejándonos claro desde el principio ese ensañamiento sonoro que Kiely y compañía buscan entregar. No hay reglas, no hay constructos ordinarios, ni estándares arquetípicos en el relato de Gilla Band. Y es que, a pesar de que en su título nos hagan creer que abogan por la normalidad, pronto nos daremos cuenta de que en su interior la banda apuesta por todo menos por un sonido convencional. Por supuesto, este enclave que oscila entre el noise más incómodo y el rock experimental más descabellado, sirve de tapiz ideal para que Kiely escupa sus peroratas satíricas y sarcásticas que tan pronto meten caña al capitalismo más de andar por casa (“I spent all my money on shit clothes, shit clothes”, canta en “Eight Fivers”, mientras recita una curiosa lista de famosos establecimientos), como referencias, con punzante malicia. a reconocibles iconos irlandeses (“I hate Ryanair”, masculla entre dientes en la sofocante y delirante “Capgras”).

No hablamos, sin embargo, de un álbum fácilmente accesible, pues Kiely y los suyos conceden pocas treguas melódicas y continuamente veremos en sus diferentes cortes un derroche sin filtro y sin orden que jugará a encendernos y a insuflarnos la energía pasivo-agresiva suficiente para sacudir nuestros cuerpos hasta la extenuación (sirva ese loquísimo tramo que evoluciona desde un casi ambiental y tétrico paisaje vaporoso hasta una oscuridad agolpada y enfática en “The Weirds” como prueba de ello). Entre torres de ruido y estrépito, no obstante, un velado, pero consistente uso de la electrónica –más regular que en anteriores entregas- buscará también hacerse su particular hueco en este festival de sonoridades irregulares (“Red Polo Neck”), hasta el punto de poner a prueba la salud auditiva del más pintado (“Post Ryan”).

“Most Normal” es una locura que desafía la estructura lógica de cualquier disco que se precie. Un proyecto muy alejado del gran público, pero que al mismo tiempo logra establecer puentes entre su singular expresión artística y los lugares comunes que forman parte del sentir de esa generación que necesita quejarse bien alto.