Skeletá
DiscosGhost

Skeletá

7 / 10
Jaime Tomé — 25-04-2025
Empresa — Loma Vista
Género — Hard Rock

Pocos artistas llegan en forma a su sexto disco de estudio. De hecho —generalizando un poco— se podría decir que la cosa suele empezar a flojear a partir del tercero debido a falta de inspiración, conformismo, exigencias discográficas o unas ganas lógicas de probar cosas nuevas que no siempre funcionan. Con “Skeletá”, el proyecto sueco Ghost liderado por el hasta 2017 desconocido Tobias Forge —esta vez en la piel del nuevo Papa V Perpetua— regresa para regalarnos diez nuevos temas que, para bien y para mal, no son mucho más que una continuación coherente de “Prequelle” (18) e “Impera” (22).

Quizá Tobias ya no esté para dar pasos en falso y ser olvidado a sus cuarenta y cuatro años, y lanzando este “Skeletá” ha sido una vez más el más inteligente de su clase a la hora de poner a andar de nuevo la maquinaria de Ghost, la banda con el mejor marketing e imagen dentro del rock y metal de los últimos lustros. Quien diga que ese satanismo pop retro que empezó como algo underground, ocultista y anónimo no sigue siendo una de las mejores cosas que le han pasado a la música de guitarras reciente —a pesar de su horda bastante cansina de fanáticos—, es que no ha prestado mucha atención a las novedades que nos ha traído este milenio.

Dejando de lado alabanzas e información ya conocida decir que, en rasgos generales, el sonido de Ghost ha sucumbido definitivamente al AOR (esto puedes interpretarlo como algo bueno o malo, según tu amor u odio hacia la banda y a lo “hortera”) con algunos momentos pesados de heavy metal típicos ya transitados con anterioridad. Se mantienen también esas letras simples con una fórmula “estribillesca” que marca la diferencia de todo y vuelve a resultar genial en el triplete de apertura de “Peacefield”, con Journey revoloteando como influencia, “Lachryma” (¿es un plagio al “Cryin’” de Vixen o es casualidad?), y “Satanized”, tres singles escogidos como adelantos con la puntería de un francotirador que son auténticos temazos polivalentes que tanto podrían servir para tararear día y noche sin cesar como para hacer headbanging o mismamente para bailar en un guateque de esos que nuestros padres y/o tíos se montaban en los años setenta y ochenta.

Lo acertado de los tres primeros golazos sonoros que Tobias nos vuelve a incrustar a la primera de cambio en la sesera se nubla un poco con “Guiding Lights”, una baladita de esas que pasa sin pena ni gloria a pesar de ser digerible, para retomar de nuevo la pegada bastante bien en “De Profundis Borealis”, efectiva y machacona con un un riff metalero cabalgante y poderoso que funciona muy bien junto a su acertado estribillo (es impresionante ese don de Tobias para crear estribillos memorables). De “De Profundis Borealis” pasamos a la purpurina ochentera con “Cenotaph”, otro corte que, aun funcionando, no va a pasar a la historia e incluso parece fuera de lugar. Con el conformismo por bandera y ya en el meridiano del álbum, “Missilia Amori” reincide en el AOR, hard rock y glam como insignia imborrable sin tampoco dejar demasiado poso. Nada del otro mundo, para ser honestos.

Los minutos finales de “Skeletá” dejan como última protagonista reluciente a “Umbra”, canción que sigue a la más que pasable “Marks Of The Evil One”, y que invita a repetir gracias a esa intro a puro sintetizador, que suena tan revitalizante como nostálgica, y a esas percusiones a golpe de cencerro simples pero soberbias que derivan en una batalla muy resultona entre solos de guitarra y órgano. El broche a esta sexta referencia de Ghost llega con “Excelsis”, una balada semiacústica e insulsa que parece interminable y que fácilmente podría estar en el top de peores canciones del repertorio de Forge hasta la fecha por su capacidad de dormir hasta a las ovejas.

“Skeletá” es un disco de mantenimiento que no es tan brillante como sus dos antecesores, pero que por suerte ofrece tres grandes hits en su inicio y un cuarto un poco de tapadillo que apaña bien el asunto además de otro par de buenas canciones y otras tantas a las que cuesta un poco hacerse por predecibles o pomposas. Aun con lo dicho, y a pesar de sus cuarenta y seis minutos de duración, no representa ni mucho menos un sufrimiento para quien lo escucha (obviando la interminable “Excelsis”). El espíritu de Ghost continúa presente con un Tobias Forge capaz de lograr estribillos poperos bebiendo de ABBA o Genesis que ya son una seña de identidad inamovible que parece que se va a quedar con nosotros en próximas entregas (que no fuese así sería realmente una sorpresa).

Puede que este nuevo Papa haya aparecido con el timing perfecto mientras el mundo vela al “otro”, el católico recién fallecido todavía sin sucesor, pero tampoco ha venido a salvar al mundo. Ambos, Francisco y V Perpetua, tienen en común eso de que prometían bastante y al final no han sido para tanto quitando unas pocas cosas buenas que nos han dejado y que realmente ya dábamos por hechas.

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