Desde que en 2008 publicara su primer largo, Darren J. Cunningham ha trazado las líneas maestras de su carrera con la misma precisión con la que cuadra ritmos a los platos. El productor londinense insiste en el dolor como elemento diferencial en la música de Actress, proyecto artístico al que dice poner punto y final fin con “Ghettoville” y que ha desarrollado a través de un arco argumental formado por cuatro largos en los que ha explorado desde la abstracción temáticas tan a priori poco “bailables” como la angustia vital, la espiritualidad o la soledad.
A su manera, Actress se ha convertido para la música electrónica de nuestro tiempo en algo muy parecido a lo que Terrence Malick representa al cine: un esteta insobornable obsesionado por las grandes preguntas de la vida que modifica ligeramente el punto de mira con cada uno de sus proyectos para abordar idénticas cuestiones desde diferentes perspectivas. En “Ghettoville” su “narración” da un giro de trescientos sesenta grados para volver al punto de partida, la pulsión urbanita de “Hazyville”, su disco de debut.
Estamos ante ochenta minutos de inmersión en las cloacas de la gran ciudad, una temática que en los últimos años viene obsesionando a la aristocracia de la escena dubstep londinense, de Burial a Shackleton o Raime. Con los últimos comparte “Ghettoville” los ecos industriales y una cualidad sonora que más que escucharse termina por hacerse física, palpable. Es esa amenaza que planea a lo largo del disco a la que Cunningham hacía referencia en una entrevista reciente: “La música en este trabajo trata de representar un dolor oculto. Buena parte del mismo trata acerca de la gente sin hogar. Adictos, tirados… A menudo me pregunto cómo han llegado hasta esa situación y lo que han experimentado”.
Y la manera que el músico británico encuentra para representarlo es a través de una serie de frescos urbanos, imágenes en clave cuatro por cuatro del skyline de la ciudad, el contemplativo paso del tiempo o la mugre apilada en una esquina. A diferencia de “R.I.P.”
y “Splazsh” aquí ya nada suena evanescente, la producción ha sido maltratada en la mezcla final y en piezas como “Contagious” o “Forgiven”, el tema de apertura, las pesadas estructuras amenazan con venirse definitivamente abajo. “Ghettoville” casi suena como una advertencia: entramos en 2014, el año de la recuperación económica.
El ano de la recuperación económica, dirás mejor.
Quiero pensar que la ironía se sobreentiende. Aunque tal vez no hubieran sobrado unas comillas...