Tras maravillarnos con su primer disco, “el del gallo” –en referencia a su portada– aunque realmente titulado con su apellido, “Salto” (14) y “Far From The Echoes” (17), el madrileño Germán Salto ha titulado su nuevo trabajo de nuevo de forma homónima, esta vez con nombre incluido en lo que parece ser un cambio en su carrera, con la introducción también del castellano como lengua vehicular de sus canciones. Bajo la producción de Íñigo Bregel, Salto, además, cuenta con la ayuda de Santi Campos en tres de las nueve canciones de este disco, descontando del lote “Vals inicial”, apenas una introducción. Campos escribe en solitario los textos de “Arder, humo y desaparecer” y “Ciudad de invierno” y colabora con Salto en el de “Vals final”. Este también colabora en la letra de “Nada que hacer” con Gabi Planas, batería de la banda, mientras que se encarga de toda la música con la única excepción de “Solo el tiempo II” donde se apunta a los créditos Bregel.
Musicalmente nos encontramos ante un disco delicado, que le debe mucho a escuchas compulsivas de la carrera de Burt Bacharach, reconocida influencia y casi faro de este conjunto de canciones: “No puedes conocer su obra y no querer acercarte a ella”, asegura Germán. Bajo esa premisa van cayendo con delicadeza las canciones. Unos temas en los que también asoman ecos a Tom Petty (“Solo el tiempo”), a Brian Wilson (“Arder, humo y desaparecer”) a George Harrison (“Solo el tiempo III”) o al propio Santi Campos (“Ciudad de invierno”). Orquestando algunos pasajes, cosa que a servidor suele sobrarle, se ha de reconocer que el tipo lo hace con gusto y con una calidad abrumadora.
¿Les queda sitio en la estantería? Si no, hagan hueco. Pueden ponerlo entre “Amigos Imaginarios” de Santi Campos, “Manifestación” de Pigmy o “Sur en el Valle”, el último disco de Quique González –con el que por cierto comparte un sorprendente parecido físico– aunque a algunos les fastidie reconocerlo. Cerramos con las palabras del muy citado Santi Campos, “Germán ha hecho un disco al que yo, y cualquier amante de la música hecha entre 1968 y 1975, va a volver al menos una vez al mes, durante el resto de su vida”. No es poco.
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