Lo que empezó como un proyecto entre amigos del instituto en Brooklyn, Nueva York, ha tomado vuelo con un debut notable que lanza Partisan, el prestigioso sello que está detrás de Fontaines D.C. y IDLES. Más que una promesa, aquí ya hay argumentos de sobra para tener en cuenta a Geese como fuerza creativa de presente y futuro.
El quinteto viene con la lección muy aprendida y se hace fuerte en un trabajo complejo casi siempre personal en el que mandan las guitarras intrincadas e influencias dispares: post-punk, psicodelia, math-rock, pop de vanguardia, con la rica tradición neoyorquina como faro: otra prueba de cómo el acceso inmediato a toda la música hace que los grupos jóvenes carezcan de prejuicios. Da la impresión de que han tomado apuntes escuchando con atención a los mejores, y que se han matado a ensayar, destilando eso tan raro de la inmediatez pop con aristas experimentales que patentaron Wire y compañía.
Los hallazgos son abundantes: las disonancias guitarrísticas de “Rain Dance” conviven con gancho melódico. En la casi progresiva “Low Era” hacen como si Deerhunter hicieran música de baile (la huella de la banda de Atlanta puede encontrarse también en la densa “Projector” y también en “Bottle”). Con “Fantasies/Survival” se ponen por momentos un traje demasiado parecido al de The Strokes (el único desliz claro en todo el álbum), aunque se las apañan para desembocar en una catarata de psicodelia espídica. Con “First World Warrior” bajan radicalmente de revoluciones y se aproximan a atmósferas post rockeras. Más que penalizarles, esa marcada capacidad camaleónica, compartida con otras bandas de su generación, se muestra su mejor baza, con momentos de oscura intensidad que les acercan a los grupos británicos de los primeros 80 (“Disco”), y también de pop hipnótico de autor (“Exploding House”).
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