Qué difícil resulta hacer esta reseña. Y más aún cuando uno contempla el excelente disco que tenía casi terminado Gata Cattana antes de dejarnos tristemente hace ya algo más de medio año. Cuesta asumir que después de Banzai nunca más volveremos a escuchar nada nuevo grabado por Gata Cattana. Por eso hay que afrontar este LP con la alegría de poder disfrutar del sobresaliente nivel que estaba alcanzando la cordobesa, que sin duda estaba afrontando con este álbum el que iba a ser el proyecto más importante de su carrera. Y es por eso que Banzai es un disco muy especial, con un contenido excelso en detalles gracias a unas letras al alcance de muy pocos compositores tanto dentro como fuera del rap.
Gatana nació y creció amando la poesía y supo llevarla a la música, adaptando el rap del siglo XXI a un mensaje que por momentos nos pone los pelos de punta. Pero no sólo de poesía y metáforas vive la música de la cordobesa; su estilo y su voz, suaves e hipnóticas, son un oasis en una escena cada vez más oscura y deprimida, que necesita de vez en cuando soplos de aire fresco como éste para demostrarnos que la música nació para erizarnos la piel. Muestra de ello son las canciones Limonero, cálida y magnética, con una melodía de esas que cuesta sacarse de la cabeza durante horas, y El Plan, con un toque jazzístico que nos enriquece los oídos. Gata Cattana había alcanzado un nuevo escalón musical y buena culpa la tiene D.Unison, su productor, que sin duda supo entender la esencia de su rap y de su personalidad.
No ha debido ser fácil terminar esta obra póstuma, rellenar los huecos vacíos que dejó su marcha, pero gracias a él (y a todo el elenco de músicos y amigos que lo han hecho posible, desde Bejo a Scarface Johanson, Nico Miseria o su productora Taste The Floor) hoy podemos disfrutar del último legado de Gata Cattana y del disco de una artista que se fue cuando más la necesitaba la música.
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