Hay bandas cuyo nombre ha quedado inevitablemente ligado a los noventa –cuando su presencia resultaba imponente–, a pesar de haber seguido publicando discos más o menos decentes durante los siguientes años. Garbage es uno de esos casos, cuyo perfil quedó marcado para siempre por la importancia de sus primeros trabajos, aparecidos en una década fructífera que asumió múltiples estilos. El cuarteto encontró su sitio entre la contundencia del grunge y aquellas líneas más melódicas (y pegadizas) del indie-pop de guitarras, certificando la mezcla con una credibilidad que sin duda fue una de las bazas para consensuar su aprobación popular.
En torno a esas coordenadas de amplia aceptación vieron la luz ‘Garbage’ (Almo Sounds, 95) y ‘Version 2.0’ (Warner Bros., 98), gloriosas entregas que certificaron el éxito de un grupo liderado con solvencia y magnetismo por Shirley Manson. Luego llegaría el inocuo ‘Beautiful Garbage’ (Warner Bros., 01) y el también discreto ‘Bleed Like Me’ (Geffen, 05), el parón del grupo, y el posterior retorno con un par de álbumes –‘Not Your Kind Of People’ (Stunvolume, 12) y el más destacado ‘Strange Little Birds’– tan aceptables como algo irregulares y sin duda alejados del impacto original. Algo lógico, en realidad, si tenemos en cuenta que el entorno marcado por el espacio-tiempo resultó determinante en el devenir de sus títulos más recordados y la propia degustación de aquellos trabajos. En cualquier caso y aún inmerso en esa tesitura, el combo sigue sumando referencias dignas a esta segunda fase del trazado, con el presente ‘No Gods No Masters’ (BMG, 21) puntuando en positivo tras resultar convincente en su mayor parte.
Una obra que mantiene prioridades y el característico aspecto del grupo, aunque actualizada tanto en contenido (las letras se muestran críticas con temas candentes como la igualdad de género) como en un aspecto algo remozado y favorecedor. Unos elementos apreciables en la instrumentación, pero también en la madurez implícita de la vocalista escocesa, tan natural como incuestionablemente poderosa. Destaca la dupla inicial formada por “The Men Who Rule the World” y “The Creeps”, además de “A Woman Destroyed”, “Flipping the Bird”, la etérea “Waiting For God”, una “Godhead” que recuerda a Sneaker Pimps, “Wolves” o esa “Uncomfortably Me” con ecos a The Pretenders. Duke Erikson, la propia Manson, Butch Vig (icono en sí mismo de los noventa tras producir discos de Nirvana, The Smashing Pumkins o Sonic Youth) y Steve Marker salen bien parados en mayoría de los once cortes incluidos, al lucir suficientemente vigentes y alejados de esa temida caricatura en la que algunos compañeros generacionales parecen haber caído.
Garbage siempre serán recordados por temas como “Stupid Girl”, “I’m Only Happy When It Rains”, “Push It”, “When I Grow Up” o incluso aquella “The World Is Not Enough” cabecera de la película de James Bond de mismo título. Pero lo cierto es que ‘No Gods No Masters’ (21) es un disco que merece la pena y que, intermitentemente, rememora el ímpetu de épocas pasadas. Y es que el elepé incluye un generoso puñado de buenas canciones (incluidas algunas de las mejores con su firma en años), para añadir otra estimable muesca a su currículo. Un expediente que, eso sí, siempre tendrá en primera plana a los Garbage desafiantes de hace veinticinco años.
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