Kazuahita

Los autores de hitos de nuestro tiempo como “Saint Dymphna” (08) y “Eye Contact” (11) retornan tras siete años de silencio, y lo hacen bajo nuevos bríos de actitud crítica y una literalidad que rompe con el hechizo al que nos tenían acostumbrados.

Ya no hay tiempo para abrir el marco de la subjetividad, lo que tampoco quiere decir que Gang Gang Dance hayan perdido facultades. Ya sea en su tino para integrar percusiones tribales dentro de estructurales sintetizadas en propensión piramidal o en su habilidad para abrir el espacio de su jungla sonora hasta el límite, los neoyorquinos prosiguen extrayendo oro de su cuaderno de estilo. Uno que, para la ocasión, se ha embebido de ADN pop, ya sea en guitarras reminiscentes a The Cure o en atmósferas synth-gazing, que no desentonarían en muchos grupos del sello Captured Tracks.

Dentro de su particular “normalización”, han intentado no perder su esencia por el camino. A pesar de ser (casi) siempre una empresa abocada al fracaso, no hay más que dejarse llevar por la magnética “J-Tree”, una de las excursiones que evocan con más fuerza su intención en definir una suerte de pop global, por primera vez, apto para todos los públicos. Lo mismo sucede con “Lotus”, otro puntal del álbum que viene a recordarnos que, dentro de su caja de herramientas, siempre han contado con un arsenal de soluciones para la golosina pop. A cambio, su trono al lado de gigantes de la provocación post-punk siglo XXI como lo fueron The Knife ha quedado vacío hasta próximo aviso de aventura en su receta musical.