Gabriel y Vencerás se confirman como principales sucesores de ese estilo manejado, allá por la década de los noventa, por sus paisanos de El Niño Gusano. Los zaragozanos entregan un disco de pop con aspecto sencillo, fondo pluscuamperfecto y alma irónica, en el que letras costumbristas se entremezclan con un delicioso surrealismo. Una mezcla vistosa y a medio camino entre el viaje y el cuento, algo hortera y sin embargo dotada con un indudable encanto. El vocalista Jorge P. Zaerase ejerce diametralmente alejado del virtuosismo, y aprovecha la bofetada de realidad desprendida de su interpretación para aportar credibilidad a once canciones que acumulan teclados, secuencias analógicas y un aroma tropical que recuerda a Extraperlo. Aunque algo limitada entre sus propios parámetros, la tercera entrega del grupo resulta a cambio sobradamente entrañable y original dentro de la actual escena.
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