The Far Field
DiscosFuture Islands

The Far Field

8 / 10
Carlos Pérez de Ziriza — 06-04-2017
Empresa — 4AD/Popstock!
Género — Pop

Las canciones de Future Islands siguen siendo tan perfectas que hasta llegan a dar rabia. No es posible advertir grietas en su arquitectura sónica. Las únicas novedades, más cosméticas que esenciales, residen ahora en el departamento de personal adjunto: han cambiado la producción de Chris Coady (Beach House, We Are Scientists, Delorean) por la de John Congleton (Sleater-Kinney, David Byrne, St. Vincent, Explosions In The Sky, Cloud Nothings), han reclutado la batería de Michael Lowry para dar algo más de naturalidad -se supone- a unas tramas rítmicas tan sintetizadas como las suyas, y se han agenciado también los arreglos de viento y cuerda de Patrick McMinn, un músico procedente de su ciudad, hábil en el equilibrio entre lo acústico y lo electrónico. Pero su fórmula sigue instalada, como si el tiempo se hubiera detenido hace tres años, en la misma pétrea fiabilidad que hizo de "Singles" (2014), una de las colecciones de canciones más radiantes de las últimas temporadas. Y la seguirán rodando este año en festivales en los que (con) vencerán casi sin necesidad de bajar del autobús, a lo Helenio Herrera.

El quinto álbum de los de Baltimore, gestado en los legendarios estudios Sunset Sound de Los Angeles (crisol de obras totémicas a cargo de The Beach Boys, Led Zeppelin, The Rolling Stones o The Doors), posiblemente no tenga ningún hit tan inapelable como "Seasons (Waiting On You)", pero vuelve a romper una baraja synth pop de reflejos iridescentes y líneas melódicas irrebatibles, capaces por sí solas de aclarar el día más aciago. "North Star", "Through The Roses", "Ancient Water", "Shadows" (con la voz de Debbie Harry, de Blondie) o esa maravilla final que es "Black Rose", guiñando un ojo a los New Order más emotivamente frágiles, formarían una retahíla de éxitos incontestables en esa radiofórmula perfecta que ya nunca disfrutaremos. Porque Samuel T. Herring, Gerrit Welmers y William Cashion mantienen su mejor activo: esa honestidad brutal que prima el poder de la vulnerabilidad emocional en canciones que se muestran sin trampa ni cartón, en un mundo que rebosa descreído cinismo.

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