Hablemos del maravilloso retorno de L’Hereu Escampa, pero antes me gustaría hacer un inciso, echar la mirada atrás. Su anterior largo, “Pren la matinada”, salió en el lejano 2017. En ese disco ya observamos cierto refinamiento en las formas del dúo de emo punk, aunque todavía no podíamos intuir un disco como este “Futur Ancestral”, su disco más pop hasta la fecha.
“El pasado ya se acabó, solo queda pensar en el presente, no hay futuro”. Esto cantan en el corte encargado de darnos la bienvenida, “Un altre dia”, y eso haremos. El aquí y ahora de la banda es la presentación de un disco grabado con Ildefons Alonso (El Petit de Cal Eril, La Sentina) en el mágico Konvent de Cal Rosal, un tercer trabajo que marca el inicio de una nueva etapa (y el final de otra, claro).
El punk emocional, gritón y visceral al que nos tenían tan bien acostumbrados Guillem Colomer y Carles Generó se quedó fuera de este sorprendente “Futur Ascentral”, un disco orgánico con voces bonitas y muchos filtros, que no sobreproducidas, con pasajes delicados y por momentos preciosistas. Sin su nervio característico, sin esa “rauxa” contagiosa, la banda factura ahora unas composiciones mucho más serenas, acaso maduras.
En estos cinco años han crecido, como músicos y como personas, y a pesar de todo tampoco cuesta tanto reconocer a estos dos viejos amigos que llevan desde aquel homónimo del 2011 generando melancolía bien entendida servida con guitarrazos agudos y estruendosas baterías. Ya en el segundo corte encontramos una pieza autorreferencial como “Bicicleta i Natació”, que en esencia suena a unos L’Hereu Escampa en clave lo-fi. Lo mismo con “Perafita”, un canto a la amistad impregnado de ruralismo, y “Perseverança”, una entrañable canción con un sonido garajero de apenas dos minutos sobre los esfuerzos de muchos jóvenes para ser una persona de provecho a ojos de la sociedad.
Incluso “Corre la fortuna” es un tema marca de la casa si obviamos todos esos efectos marcianos y mención especial merece la magia de mi favorita “Febrer i Remeis”, quintaesencia de este álbum. Con una batería sencilla, una guitarra cristalina con algo de reverberación y un línea de bajo con reminiscencias post-punk levantan un auténtico hit de esos que se instalan en tu cabeza para siempre. Los hijos pródigos de la Plana se han hecho mayores, pero siguen siendo ellos, más tranquilos y más sabios.
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