Firme declaración de intenciones, para empezar: “La banda es una expresión de nuestra amistad y amor compartido por la música, el arte, la literatura, dioses y diosas. El gozo, la felicidad de vivir, la amistad y la expresión son las piedras angulares del universo Fur”. Dicho y hecho. No es palabrería.
Alexander Tucker y Daniel O´Sullivan llevan subidos al carro de la psicodelia, en los terrenos limítrofes entre la electrónica y el pop, desde 2011, y han publicado ya tres álbumes. Ambos son figuras muy activas en el vibrante panorama artístico londinense, con Tucker como ocasional autor de cómics y O´Sullivan siendo clave de la resurrección de la mítica banda post-punk This Heat, entre otras actividades.
Grabado en su estudio casero, su nuevo y cuarto trabajo conclilia la inmediatez pop con la búsqueda del accidente y la espontaneidad cuasi experimental. El dúo cuenta con influencias diversas que van del Brian Eno de su época canónica a Syd Barrett, Stereolab, Michael Nyman, The Beta Band, Depeche Mode o Moondog. Esa falta de prejuicios (y buen gusto) está muy presente en un trabajo de síntesis en el que además, Charles Bullen de This Heat e Isobel Sollenberger de la veterana banda psicodélica Bardo Pond, suman sus aportaciones en algunos cortes.
Y los alicientes que encontramos son abundantes y jugosos: Desde las bases hipnóticas de “Strange Friends” al ritmo sintético de Acid Ali Khan, un afortunado cruce entre Brian Eno circa 1975 y Depeche Mode, el piano de “Heavy Days” con sus impecables melodías de voz (¿Steve Mason escondido por ahí?), los evocadores pasajes instrumentales de “Molten Familiar” y “Pyewacket´s Palace”; los imaginativos ritmos dislocados de “Milky Light” y su estupendo estribillo, el pop perfecto de “Perfect Reader” (ecos de Magnetic Fields), los majestuosos sintetizadores de “Silent Plans/Black Egg” o las flautas del final de “Golden Simon” y la melodía vocal de la épica “Suneaters”: Nos encontramos con un disco tan entretenido como luminoso, emotivo y estimulante, cuyas canciones discurren con fluidez y tienen tantos buenos estribillos como podamos encontrar en los mejores discos pop del año. Un álbum espléndido, sin más.
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