Un grupo normal, de una canción de Deerhoof haría cinco. Pero por suerte, Deerhoof no son un grupo normal, y prefieren dejar que las ideas se atropellen en un mismo tema, empezar y acabar los estribillos en pleno subidón, parar de golpe con lo que estaban haciendo cuando están a punto de acostumbrarse.
Así leído podría parecer que Deerhoof se dedican al pastiche, pero no hace falta repetir que no son un grupo normal: son un grupo de pop, y como tal, hacen canciones que te atrapan a la primera aunque te rompan la cabeza, canciones que se pueden cantar y hasta bailar raro, pero que difícilmente se pueden silbar. “Friend Opportunity” no es distinto en ninguna de estas cosas.
Los Deerhoof de hoy son igual de abruptos que ayer, pero suenan más claros, más centrados. Donde antes te parecía escuchar el ruido de la madera volviéndose loca en manos de Greg Saunier (batería), ahora todo suena un poco más pensado. A pesar de lo cual, mantienen la chispa, el nervio y la risa floja en la mayoría de las canciones: “The Perfect Me” es un hit como la copa de un pino, “+81” parece obra de un teletubi epiléptico (el mejor estribillo del año: “chu-chu-chu-chu-pi-pi”) y a partir de ahí (con la excepción de “Matchbook Seeks Maniac”, temazo), en lugar de escuchar el caos volviéndose algo bonito, es lo bonito navegando en un caos igualmente mágico. Un lío, vamos.
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