El trío de Portland refrenda, con esta continuación de su apreciable debut (aquel “I Am The Fun Blame Monster” de 2003, ya que su siguiente largo fue una banda sonora para un ballet), que sabe aglutinar gran parte de las trazas que el mejor rock independiente americano ha ido diseminando desde los tiempos de Pavement.
Aparente anarquía, alergia a las líneas rectas y una inspiración melódica esquiva y nada obvia, tan difícil de encasillar como susceptible de adicción. En clara sintonía con Modest Mouse -quizá su paralelismo más evidente-, Harris, Knopf y Seim se sumergen en atmósferas de un onirismo hipnotizante, modulando cambios de ritmo imprevisibles (que nunca caprichosos), argumentando una vasta riqueza instrumental en una obra tan profusa en cromatismos que no se agota, por muchas vueltas y escuchas que se le dé. Su arsenal de loops, programaciones y efectos sonoros de todo pelaje, lejos del cariz experimental que se les supone desde ciertos foros, rara vez ocultan el jugoso tuétano melódico de las canciones. Y en “Friend And Foe” hay un buen puñado de eso, de canciones: desde las embravecidas mareas de guitarra de “The Pelican” hasta la inquietante “Ghost Ship”, pasando por la hechizante “Wet & Rusting” o “Evil Bee”, la placidez de “Rotten Hell” o la serpenteante “Weird”. Sin duda, una de las bandas más singulares y fascinantes del indiedom yanqui.
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