Entre unas cosas y otras, Kieran Stephen se ha tomado su tiempo en concretar el debut de Fantasy Bar, y sin embargo la sensación cuarenta y dos minutos después es que (casi) todo pasa demasiado rápido.
Acompañado por otros tres ex Migala (Rubén Moreno, Jordi Sancho y Diego Yturriaga), empieza de frente y con urgencia preguntando por los sueños (“Spiders”), para de inmediato buscar su terreno entre atardeceres y noches levemente iluminadas, con ecos a Elliott Smith, American Music Club, Red House Painters o los propios Migala (“Crispy”). Entre lo mejor está el aliento pop que seduce en “Gatito negro”, “Stones” o, de manera más eléctrica (pero igualmente vulnerable), en “Under Stars”, un tema que completa un último tramo del disco donde manda la sencillez, para acabar con “Up & Running”: un sonido limpio -incluso juguetón- sirve como contrapunto a una letra en la que asistimos a una huida hacia ningún lugar. Y frente a esa sensación, una intensidad ya conocida que no acaba de romper (“Mao”, “My Northern Light”) y algún tema que más parece un boceto, en contradicción con el largo periodo de gestación de este álbum que suena reposado pero a la vez con más prisa de la que debería.
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