Tan dados como somos en este país a ensalzar cualquier pedo que se tire Bruce Springsteen, no entiendo como un artista de la categoría de John Mellencamp puede pasar tan injustamente desapercibido y máxime cuando, a lo largo de este siglo y aposentado en una madurez creativa del que nada tiene que demostrar, ha editado tres trabajos mucho más que solventes.
De todos ellos me quedo con éste último, pues es sin duda el que mejor se acerca con canciones de la calidad de “Someday”, “The Americans”, “Freedom’s Road” y “Our Country” al espíritu de “Uh Huh” (Mercury 83) que junto a “Scarecrow”, “The Lonesome Jubilee” y “Big Daddy”, forman el grueso de una discografía que cualquier amante del rock americano más clásico debería tener en un lugar de oro. Pero no. Aquí cualquier cosa que huela a patriotismo yanqui nos parece una mierda y no rascamos nada en absoluto para ver que nos está contando exactamente. Preferimos artistas malditos como Steve Earle, sin darnos cuenta que una tonada de John Mellencamp, con su evidente estribillo, su mordiente radiofónica y, por qué no decirlo, comercial, puede abrir más mentes que cualquier spoken word sesudo y político no apto para mayorías. Y si encima aparece Joan Baez haciendo un dueto en “Jim Crow”. ¿Qué más se pueda pedir? Pues que, como Tom Petty, nos visite de una puñetera vez.
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