La idea de Khalid de vendernos su madurez como artista a través de una completa libertad creativa ha sido un absoluto fracaso. “Free Spirit” es más bien un continuo intento de colocar a la estrella en el número uno de los charts y alcanzar una cifra sólida en ventas que certifique su futuro como producto de éxito en la industria. Algo que, por cierto, podríamos decir que sí que ha logrado al debutar con el disco en el #1 del clásico Billboard 200 con 202.000 unidades y sacando del trono a Billie Eilish. Se trata del mejor estreno en US por parte de un solista masculino, el cuarto en general, en lo que llevamos de año.
Aún así, nada nos puede nublar a la hora de hablar del proyecto. Siendo sinceros, todo el crecimiento artístico que Khalid ha desarrollado en estos años muere cuando en este segundo largo el artista se apoya básicamente en un pop sobre-producido y cursi que ahoga la frescura con la que conquistó a todos en su primer disco. ¿Dónde está ese factor diferencial que le convertía en promesa? ¿Dónde quedan esas ganas de ir un paso más allá y demostrar que las nuevas generaciones buscan crear un mainstream de calidad? El que fuera el futuro del rnb americano ha terminado siendo simplemente un proyecto de reciclaje de sonidos quemados en el panorama actual que no llevan a ningún lado. La esperada oscuridad que prometía, o el potencial jazzístico de su voz, no se desarrollan en “Free Spirit”. Es más, ni siquiera encontramos un rnb sencillote, pero con personalidad, con el que defender sus raíces. Y es que, pese al inmenso arsenal de colaboraciones que rellenan los créditos del disco. Esta segunda etapa de Khalid huele a prefabricado, a falta de espontaneidad y nula imaginación. Tanto que, ni la emotiva, y ‘soulera’, “Heaven” co-escrita por Father John Misty; o el punch housero de “Talk”, que colocan Disclosure en el tema, son capaces de salvar el proyecto.
Cierto es que algunas de las canciones son perfectas para explotar en la radio y terminaremos coreándolas sin apenas darnos cuenta. Entre lo mejor del disco, una tremendamente adictiva “Better” que ya conocimos en “Suncity”, su Ep del pasado año, que se convierte en el centro de todo y cuenta con la producción de Stargate. Una bonita “Outta My Head” con John Mayer a la guitarra. Y, por último, una tremendamente personal “Self” bajo la producción de Hit-Boy en la que habla de su miedo al fracaso, sus inseguridades y de su dificultad para gestionar el mundo de la fama (“I've always been afraid. Not that I'm scared of livin', I'm scared of feeling pain”). Pero, no nos engañemos, esto no es más que un poco de luz para certificar que lo que le hace falta a Khalid es tomar las riendas de su carrera y darse cuenta del diamante en bruto que es. El segundo LP del artista no hace más que ocultar a aquel espíritu rebelde que conocimos en “American Teen” y que, por lo visto, se ha desvanecido en solo dos años. No existe transformación alguna y mucho menos la libertad que nos quieren vender.
Ya no hay melodías cálidas, ya no hay soul, no hay pureza, ni alma. Ahora simplemente podemos hablar de Khalid como una estrella masiva generadora de éxitos para todos los públicos. ¿Es “Free Spirit” verdaderamente la banda sonora del presente del artista o más bien un intento de crear un álbum generacional de melodías pobres? Analizando bien el proyecto, y con semejante resultado, cuesta tener en cuenta a Khalid actualmente como un verdadero creador. Parece más una simple marioneta de la industria a la que moldear para que cumpla con los ideales del momento. Y eso, con sinceridad, es verdaderamente triste.
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