Alex Kapranos y sus Franz Ferdinad siguen con hambre. Y eso es una estupenda noticia. Podría seguir inmerso en el culdesac de repetir los esquemas de sus primeros discos nota por nota. O extraviarse en un experimentalismo fuera de foco, que perdiera de vista los estribillos sin por ello allanar terreno a lo proteico. Pero no. Sigue sonando reconocible al tiempo que con su pizca de aventura. Da la sensación de divertirse.
Por eso “Audacious” es lo más Beatle (o lo más XTC o lo más Tears For Fears) que han hecho nunca, “Everydaydreamer” sustancia su faceta más levitante y los sintes de “The Doctor” recuerdan tanto – y tan bien, sin apelar al pastiche – a Gary Numan. Por eso “Hooked” parece un sexy e ignoto hit surgido de la época del electroclash, “Build It Up” se balancea sobre ese ritmo vodevilesco tan propio de sus primeros tiempos y el piano de “Night Or Day” te puede recordar a Madness antes de que su melodía te atrape. Por eso “Tell Me I Should Stay” remite al mejor clasicismo sixtie (poco que envidiar aquí a Last Shadow Puppets), “Bar Lonely” es raca raca rockanrolero de lo más pegajoso y “Black Eyelashes” es algo más que un simpático guiño a sus ancestros griegos, con un par.
“Cats” y, en menor medida, “The Birds”, son los únicos cortes que me resultan enteramente previsibles, pero eso es mucho decir cuando hablamos de un grupo que cumple más de veinte años desde su debut y prescinde por vez primera de Nick McCarthy a la guitarra y Paul Thompson a la batería, respectivamente reemplazados por Dino Bardot y Audrey Tait (ya de gira en los últimos tiempos), aunque eso también puede haber sido ser una inyección de energía renovada. Diría que este es su mejor disco desde "You Could Have It So Much Better" (2005). Al menos, sí es el más fresco y directo.
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