Frank T brilla en “Arroz”. Quizá sea inesperado porque uno de los padres del rap en nuestro país llevaba sin lanzar música desde, aproximadamente, 2016, mucho antes de que el trap terminara de estallar en España, antes de que la industria se abriera al rap y al reggaeton, y antes de otras muchas cuestiones que configuran el estado de salud y el tipo de consumo de la música a día de hoy. “Arroz”, por lo tanto, viene a llenar un hueco que el propio Frank T había dejado adrede al descubierto: la respuesta de un pope del rap a una revolución cultural que ha puesto al rap y a sus derivados en el centro. La respuesta es este “Arroz” que sorprende por su frescura y por una concepción letrística que sitúa a Frank T por encima de sus compañeros de generación y que le permite dirigirse con credibilidad no solo a los fans de otra época sino a jóvenes que han vivido el periplo 2015-2020 de primera mano.
Quizá la causa de esto sea que Frank T ha optado por un modo de trabajo más cercano al DIY que el trap elevó a mantra creativo que a las clásicas dinámicas productor-rapero que se dan en el hip-hop noventas. Once de catorce producciones que tiene el disco son suyas y, obviamente suyas son las letras, algo que le ha permitido, quizá, trabajar de manera más orgánica y ser capaz de detectar problemas antes de que fuera demasiado tarde. A nivel temático, “Arroz” pivota sobre tres patas: es político, personal y romántico. Todo ello sin resultar pesado ni repetitivo. Siendo tan versátil como el cereal que da nombre al álbum logra ser parejo también en calidad. Ahora falta ver si consigue serlo en popularidad. Desde luego, Frank T tiene muchos motivos para tener la conciencia tranquila sobre el trabajo bien hecho. “Arroz” es un esfuerzo que debería traerle a Frank T el reconocimiento adecuado: el de haber firmado uno de los mejores álbumes de lo que va de año.
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