Sticky
DiscosFrank Carter & The Rattlesnakes

Sticky

7 / 10
JC Peña — 20-10-2021
Empresa — International Death Cult/Popstock!
Género — Punk Rock

La pandemia cortó en seco el ritmo de giras y bolos de todo el mundo. ¿Qué hacer en estas circunstancias tan ingratas y extrañas? Para innumerables artistas la respuesta ha sido grabar nueva música. No es casualidad que, pese al cuello de botella que sufre la fabricación de vinilos a nivel mundial, estén saliendo tantos discos en estos últimos meses (y los que quedan). Es el caso de los británicos, cuya gira de apoyo a su anterior trabajo se cayó de forma súbita cuando estaban en la cresta de la ola y empezaban a disfrutar de las mieles del éxito masivo.

En su nuevo trabajo, que llega apenas dos años después del ecléctico End Of Suffering, Frank Carter y Dean Richardson apuestan desde la misma primera canción, la que da título al álbum, por su modo más directo, reacción a la oscuridad en que hemos estado sumergidos a causa de la pandemia y todo lo que ha acarreado. La producción del guitarrista es tan limpia como moderna (pegadiza como el título), y subraya sin complejos la voz de Carter y los estribillos marca de la casa. En los bajos trepidantes y las baterías secas se emparentan con Sleaford Mods, Slaves o Idles, mientras que Carter se siente cómodo en fraseos que me evocan a Alex Turner: todo queda en casa.

El balance depende, pues, de la inspiración de las canciones, y quizá por esta necesidad de sacar nueva música tan rápidamente, la primera parte de este cuarto álbum se me queda corta, con la excepción de “Sticky”, la canción. A partir de la vigorosa “My Town”, que se ventilan junto a Joe Talbot de Idles, se entonan: el nivel sube, por ejemplo, con los cortes de batería de “Off With His Head”, o cuando entra el saxo desquiciado de “Rat Race”, diatriba contra los que se han aprovechado de la pandemia para hacer su agosto (el lado contestatario de Carter sigue ahí). Al final, la media hora justa de música, una virtud en estos tiempos en los que el formato digital (y los dobles vinilos) lo aguantan todo, deja buen sabor de boca, con el aliciente añadido del susurro del ubicuo Bobby Gillespie, que añade perversidad a “Original Sin”.

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