Hay artistas que tienen tanta personalidad que cuando se lanzan a nuevos retos o abismos, en vez de desdibujarse y perderse, su energía crece y la transmiten más fuerte que nunca. Ejemplo claro es “The Hustle”, la ensoñación que cierra el viaje, single hipnótico y atípico de más de 18 minutos empapados de electrónica minimalista, donde amanece la voz de Kurt Wagner con un “I don’t want to leave you ever, that’s a long, long time…” que nos hace despegar, sin tiempo ya para contemplar ningún final o destino posible que no sea el infinito.
Cuatro años después del genial “Mr. M” (12) llega “FLOTUS”, popular sigla política que se utiliza para referirse a la primera dama y que esconde también otro significado: “For Love Often Turns Us Still”. Álbum número doce de Lambchop, inspirado en las nuevas tendencias del hip-hop que abanderan músicos como Kendrick Lamar o Frank Ocean, mezclado con krautrock y electrónica, pero manteniendo intacta su pulsión dramática, con un pie en la raíz y otro en la vanguardia.
El intento de Wagner por expandir/romper las fronteras de su expresión artística, le llevó el pasado año a coger carrerilla y saltar, junto a sus compañeros Ryan Norris y Scott Martin de Lambchop, en un nuevo proyecto musical llamado HeCTA, con su álbum debut “The Diet” (15). Ahora, con aquel salitre electrónico aún en la piel, Lambchop nos regala “FLOTUS”, canciones cocinadas a fuego lento con un procesador de voz y una caja de ritmos como condimentos más destacados.
Si el cierre con “The Hustles” es clave y paso adelante, los iniciales y deliciosos doce minutos de “In Care of 8675309” conforman la otra columna principal y fundamental de esta obra, la que salvaguarda la esencia de la banda. Lambchop sigue creando historias épicas de los momentos más mundanos del día a día, sacando brillo a los silencios y mostrando lo que está más allá de la letra.
Entramos en el bucle de “Directions to the Can” con el falsete recuperado de Kurt después de una década, recitando por encima de si y del propio cielo. En “Flotus” sube la apuesta y su canto de desgaja entre ecos y aleteos de polillas metálicas... Y en la nebulosa espectral de “JFK”, “Howe”, “Old Masters” o “Relative #2” la voz entrega el mensaje de manera secundaria para convertirse en un instrumento principal que juega con los demás y crea una atmósfera común.
Kurt Wagner ha encontrado en “Flotus” un nuevo camino para contar las eternas batallas cotidianas de la vida, un disco que suena diferente a todo lo anterior pero que no esconde el fuerte palpitar de su inconfundible e indeleble sonido.
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