Dance Fever
DiscosFlorence + The Machine

Dance Fever

7 / 10
Don Disturbios — 17-05-2022
Empresa — Universal Music
Género — Pop

A Florence Welch hay que reconocerle que supo dar con la tecla desde el minuto uno. Probablemente lo hizo de forma involuntaria, sin saber que Gran Bretaña estaba necesitada de una artista capaz de fusionar la sensiblería más pop, con la épica y la grandilocuencia del soft-rock más comercial. Lo clavó y las comparaciones no se hicieron esperar. Nombres como los de Kate Bush, Stevie Nicks o incluso la inefable Patti Smith (sic) se usaban con frecuencia para situar su propuesta sin desentonar en absoluto. El ascenso al estrellato fue meteórico y con él vino la típica desestabilización emocional que la cantante intento controlar al principio con la droga que más a mano tenemos: el alcohol. Por fortuna los años fueron pasando, los discos siempre solventes se sucedían sin proporcionar ninguna sorpresa. Siempre acababan por ofrecer lo que el público le demandaba. Además, su cancionero incorporaba con  frecuencia algún tema al que hincarle el diente. La joven que debutó a lo grande con tan solo veintitrés años, entraba en la treintena con la tarea autoimpuesta de mantenerse sobria y empezar a asumir su rol de estrella, sin complejos ni debilidades, dentro del panorama pop mundial. Una seguridad interior que le ha sentado de maravilla y que la ha abierto al mundo sacándola del ostracismo solitario en el que se había sumido con anterioridad. La gente es maravillosa y había que disfrutarla es una lección que también nos daba la pandemia.

“Dance Fever” es  otro de esos discos más que solvente que tiene el inconfundible sello de Florence Welch. Aunque si tenemos en cuenta la premisa bajo el que fue creado, es un álbum que se ha quedado a medias. Me explico. Por lo que cuenta la propia artista, en las entrevistas que ha realizado estos días, el álbum se ha realizado bajo la idea de esa fiebre que puede dar el baile y que inspira el título del disco. Ese paroxismo al que se puede llegar tras estar horas, incluso días, sin para de danzar, y que forma parte de muchas ceremonias y ritos desde que el tiempo es tiempo, aunque ella, se haya fijado en concreto en una acontecida durante la Edad Media. Sin embargo, “Dance Fever” no alcanza la categoría de ser un álbum hecho para la pista, aunque por momentos lo intenta a base de BMP’s. Sobre todo en temas como “Free” o una “My Love” que es quizás la más evidente muestra de lo que disco pudo haber sido y no fue. Un revestimiento electrónico con el freno de mano puesto, que ha sido fruto de la colaboración con Dave Bayley, líder de Glass Animals. Pero es que antes de dejarse llevar por el influjo de la bola de espejos e incluso antes de la pandemia, Florence Welch viajó a Nueva York para trabajar mano a mano con ¿adivinas? Jack Antonoff (Bleachers). Ese productor de moda con el que buscar la eterna combinación entre el pop de masas y el sello de autor tal y como se evidencia en esa maravilla que abre el disco titulada “King”. Esa canción condensa a la perfección y en cuatro minutos todo lo la música de Florence Welch puede ofrecer. La perfecta combinación entre los pasajes más dulces con los crescendos más dramáticos y épicos, sustentados por una trotona percusión que hace avanzar la trágica voz de la cantante hacia el estallido vocal marca de la casa. Y así sobrevive el disco, con esas dos almas. La de toda la vida marcada por el trabajo con Antonoff y ese intento de revestimiento electrónico que genere una fiebre que se queda en décimas.

“Dance Fever” es otro disco más que solvente de Florence + The Machine, pero también tiene algo de oportunidad perdida, sobre todo por ofrecer una cara diferente y alejada de la senda que lleva marcando el estilo de su propuesta desde los inicios. Esa combinación de temas que se quedan grabados a fuego con otros de relleno que parecen estar colocados de forma hábil para mantener el nivel de escucha del álbum y hacer de suave argamasa que conecte los hits. “Dance Fever” no es la obra maestra que todavía se le espera a Florence Welch aunque, como siempre, se le adivina. Igual algún día hasta lo consigue.

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