Tiene su mérito que una banda del recorrido de Euro Trash Girl entregue a estas alturas su mejor trabajo. Y no, no es esa cantinela habitual del músico que cree que su último disco siempre es el mejor (normal, por otro lado). Porque servidor no es sospechoso, en este caso, de fanatismo. Mucho tiene que ver, eso sí, en esta notable mejoría la ausencia de corsés estilísticos. Los valencianos han dejado de preocuparse por sonar a R.E.M. a Wilco o a esos Cracker que les dan nombre y les ha dado igual que el indie de los noventa o el pop-rock de guitarras abigarradas hayan pasado a formar parte de su abanico de influencias. El paso final que confirma este como un gran disco es la apuesta por la canción como forma de expresión. A partir de ahí está todo dicho. “City Skyline”, “Hurting Love” o “Thirteen Miles” son una manera, como otra cualquiera, de reafirmar mis palabras. Es simple.
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