La casualidad quiso que, sólo un día después de conocerse el fallecimiento de Nick Talbot -nombre real del artífice de Gravenhurst-, recibiese para su correspondiente reseña la última publicación lanzada por la discográfica del artista. Antes del suceso, el sello Warp había decidido celebrar el décimo aniversario del fichaje del músico con una reedición de las dos entregas firmadas por éste en 2004, a las que se añadía un tercer disco con un total de diez rarezas e inéditos de la primera época del británico.
La muerte a los 37 años del vocalista remite inevitablemente a la de otros dos nombres de marcada sensibilidad y alma atormentada como Nick Drake y Elliott Smith que, además de suponer una evidente influencia en la música de Talbot, también partieron demasiado pronto. Al igual que ellos, Gravenhurst ya dejó a lo largo de sus dos primeras referencias una muestra de su amplio y específico talento, concretado en el álbum “Flashlight Seasons” (Warp, 04) y el generoso EP “Black Holes In The Sand” (Warp, 04). Dos obras donde la creatividad se torna en inabarcable calado emocional y ardorosa sinceridad, a lo largo de unas composiciones siempre tocadas con la magia del que resulta poseedor de una férrea personalidad. En ambas, lo delicado de su interpretación vocal (en ocasiones incluso dotada con rasgos femeninos) y el sentido pero certero acompañamiento de una instrumentación siempre guiada por el pulso de su propia guitarra, derivan en continua insinuación de caminos y el alumbramiento de unos sentimientos de una belleza tan inquietante como adictiva.
Por su parte, el compilado bajo el título de “Offerings: Lost Songs 2000 – 2004” (Warp, 2014) ofrece al oyente una faceta aún más austera del cantante, quien prácticamente en soledad transita por y hacia terrenos lúgubres, no carentes de un extraño preciosismo pero que remiten a coordenadas evidentemente más oscuras. Una colección de piezas vírgenes hasta la fecha, que queda ahora como epílogo de un creador ampliamente respetado y alabado en pequeños círculos, pero que quizá no encontró en vida todo ese reconocimiento que por singularidad y talento en estado puro sin duda merecía.
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