Da igual los años que pasen entre disco y disco que escucharemos aquello que hagan Fito y Fitipaldis. Tras siete largos años regresan con “Cada vez cadáver” (Warner Music Spain, 21), su nuevo larga duración que nos muestra como son capaces de crear nuevas canciones a pesar de llevar más de treinta años llenando nuestra biblioteca musical. Diez pistas en las que innovan en las letras, pero poco en lo musical.
Aunque su carta de presentación no puede ser más dispar. “Cada vez cadáver” es una rara avis que nos encontramos dentro de este nuevo trabajo. Con casi seis minutos de duración, reflexiona sobre las diferencias que existen entre cómo nos vemos nosotros mismos cómo nos ven los demás. La base musical no se deja ni un hueco por rellenar y va desapareciendo junto a los coros finales, dando paso a un increíble (casi) solo de los instrumentos de viento. En “Cielo hermético” rescatan toda esa esencia que ha ido desarrollando el grupo a lo largo de su trayectoria, de hecho, arranca como la mítica “Me acordé de ti”. Una larga carrera que se plasma en esa letra que habla sobre la fugacidad del tiempo. En el apartado musical podría encajar a la perfección en “Antes de que cuente diez” (Warner, 09), ya que se trata de un tema que aúna el carisma fitense con esa madurez que tiene la letra, más lejana del amor y más cercana a esas grandes cuestiones de la vida.
¿Es posible hacer una canción en donde te quejes de que ya no sabes hacer canciones? Porque ese es el leitmotiv de “Fantasmas”, un canto sobre el miedo que le da escribir nuevas composiciones después de haber creado tantas. En esta ocasión, los instrumentos de viento son quienes guían la base musical, a la que se van adaptando el resto de Fitipaldis. Pero no todo van a ser quejas, “A quemarropa” es una oda a sus hijos escondida en lo que puede parecer toda una declaración de amor de pareja. Esta pieza es la más rockera de todo el disco, que arranca con una gran potencia venida de las guitarras.
Y, tras esos ritmos frenéticos, toca un momento de pausa. “Las palabras arden” y “Si me ves así”, nos sorprenden al ser tan lentas y nos hacen bajar de esa ola de ritmo en la que nos habíamos subido. La primera es una crítica social sobre la opinión pública que acaba rompiendo en un increíble groove final. Mientras que la segunda es la ilusión del principio con la experiencia del ahora hecha canción y que acaba con un sonido mucho más cercano al que nos tienen acostumbrados. “Quiero gritar” funciona como una buena obra de jazz, parece que cada músico va a lo suyo, y nada más lejos de la realidad: es la única canción del álbum que firman todos los integrantes de la banda.
Sigue con “En el barro”, una composición made in Fito desde la música hasta la historia de amor real que transmite la letra. Y “A morir cantando” es el final del disco, al menos en lo que a canciones inéditas se refiere. Una pieza lenta, de despedida, marcada por el compás de la batería y en la que el título refleja totalmente el mensaje de la letra. Como colofón incluye un homenaje a Jorge Drexler reinterpretando “Transporte” y llevándosela a un género más mexicano.
“Cada vez cadáver” es un disco en el que se puede comprobar la madurez que ha adquirido Fito a lo largo de los años. A pesar de que la innovación musical no es mucha, la producción de Carlos Raya hace que todo suene mucho más compacto. Un buen regreso que esperamos poder disfrutar en directo, donde seguro que esas canciones van a crecer mucho más de lo que se intuye.
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