Luego de una primera gira por nuestro país que dejó muy gratas impresiones, Fin Del Mundo asoma al panorama actual con su segundo disco, en el que sin presentar grandes novedades a nivel sonoro -aunque se aprecian sanas intenciones de evolucionar-, sí que dejan mostrar un sorprendente aplomo compositivo e interpretativo en cada una de las ocho canciones que pueblan "Hicimos crecer un bosque".
El grupo que divide su base entre la Patagonia más profunda de Argentina y la bulliciosa capital del país se viene ganando un merecido respeto en el under Latinoamericano a fuerza de giras y canciones nutridas de dream pop y post rock, con un llamativo halo de epicidad.
El entorno de distorsión afable de esta música tiene correlación con los paisajes del sur del mundo donde la quietud convive con la magnificencia; de algún modo esta configuración melódico-geológica se hermana con lo que pasa con la relación entre la música de Sigur Ros e Islandia.
"Hicimos crecer un bosque" toma los elementos más distintivos de cada sub-género que visita. La elegancia del post punk se deja apreciar en la emocional apertura con “Una temporada en el invierno” y en la enérgica “Devenir paisaje” que entrega líneas de guitarra de reverberación que darían orgullo a Thurston Moore y Lee Ranaldo. La sensibilidad del indie rock da forma a la pegadiza “Cuando todo termine” y luego se adivina en el amable wall of sound guitarrero en el puente de ese instrumental guiado por sentimientos llamado “Refugio”. Por último el carácter de grandeza y heroísmo del post rock aparece bien saludable en “Microclima”.
Pero hay bastante más detrás del logrado carácter sonoro del disco y es su impronta de manifiesto alentador en épocas turbulentas. Y no solo eso: las alternativas a estos momentos complicados (signados por las vicisitudes de la vida de cualquier joven que enfrenta desafíos que tienen que ver básicamente con el hacerse un lugar en el mundo) se plantean como postulados de esfuerzo colectivo, de allí que las gang vocals de “Vivimos lejos” e “Hicimos crecer un bosque” y la emocionante entrega de “El día de las flores” junto a Guillermo Mármol de los punks históricos de Eterna Inocencia, tengan un significado aún mayor que el de sus bonitas melodías y su auspicioso audio: estas son canciones para abrazarse en grupo.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.