Para las emergencias del rock´n´roll lo mejor
es siempre llamar al Dr. Fucker, Lux Interior, pervertido musical donde
los haya y responsable junto a la todavía lasciva y no menos terapéutica
Poison Ivy de esa anormalidad musical con más de dos décadas de
historia que responde al nombre de The Cramps.
Algo venidos a menos por el desgaste de los años y la inevitable pérdida de la frescura (evidenciada en sus tres últimos discos), los americanos siguen exprimiendo de manera inmisericorde su rico background en materia de serie B y oscuro r´n´r. En el largo lustro que separa “Fiends Of Dope Island” de su anterior entrega, “Big Beat From Badsville”, muchas cosas han cambiado -particularmente en un estilo que parecía muerto y que ahora se alimenta de nueva savia y viejos propósitos- pero The Cramps se muestran indiferentes. Ellos tienen su colección de viejos siete pulgadas, pantalones de cuero negro, bodies de leopardo, medias de rejilla y los doce compases que mejor han encorsetado la música popular del último siglo. No necesitan nada más para dar forma a diez originales marca de la casa y tres versiones (destaca “Taboo” de Margarita Lecuona) que conforman el nuevo esfuerzo discográfico de la pareja. Entrañable, aunque tremendamente autocomplaciente.
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