Sí, a nuestra circunspecta, insípida e inofensiva escena musical -a la que, por lo general, parece bufársela la realidad social y política en la que solo sobrevivimos- le hacía falta algo así como respirar. Llevados por la pasión confesa de Juanjo Fernández Rivero y Miquel Martínez por los míticos Kortatu y su incombustible líder, el no menos legendario Fermín Muguruza, surge este inesperado y conceptual álbum que es el producto de la sinergia de la electrónica apocalíptica, apabullante y apasionada (detenta la ansiada y peligrosa “triple A”) pergeñada por los nietos de los que lo perdieron todo en el 39 y la voz –e incendiarias letras- de uno de los tipos más combativos y talentoso que nos hemos echado a la oreja desde hace más de tres décadas.
El caso es que este disco, grabado en Barcelona, con magnífica producción de Alex Ferrer (Sidechains), recoge diez trallazos que, bajo el nombre de ciudades significativas y señaladas que comienzan por la letra B, mapean el latir, sudar y sufrir de dichos núcleos urbanos y proyectan sobre ellos la alargada sombra del centenario de la Revolución Rusa, casi nada. En este urgente cóctel sonoro, convulso y siempre explosivo, las distópicas bases industriales de los de Rubí -esas mismas que los han ubicado entre las realidades electrónicas más punks y atractivas de nuestra escena- sirven de rabioso colchón para el discurso rojo y rabioso de un Muguruza que aquí se muestra revitalizado, más fuerte y hasta mejor preparado para la lucha que nunca. El resultado es pura batalla, descarnada, internacional y reivindicativa. Cantado en su totalidad en euskera (y una pieza en catalán) y sobre un ritmo maquinal, oscuro y crudo que invita a salir a las calles, para reclamar otra realidad y al precio que sea. Aunque uno se pregunta si no habría tenido mayor impacto en castellano.
Los diez temas que contiene este tratado sonoro revolucionario, desafiante de principio a fin, deben ser escuchados (atención a la riqueza de contenidos y mensajes de su constantes sampleos, incorporando a una tribu cantando, una radio hablando de la muerte de Bobby Sands o la voz de Ulrike Meinhof, que ponen los pelos como escarpias) y entendidos como un todo. Pero obligados a destacar algunos, nos quedaremos con el doliente rugido breakbetero de Barcelona/Sant Andreu, el primer tema de Muguruza escrito en catalán en estos treinta años de carrera, y que es un alegato obrero, antifascista y vibrante contra el 155 y demás cuestiones políticas que han afectado a Cataluña en los últimos tiempos; con la motorikzada y coreable Berlín/Ulrike Meinhof -que abre el disco y recuerda a los mejores Big Audio Dynamite en inédito b2b con Alec Empire- y que, seguramente, es el corte más redondo y bien alicatado del disco, todo un himno. Y, por supuesto, con Bilbao/Manifestazioa en la que, tras un escalofriante discurso en euskera, Muguruza abre fuego verbal, rapeando sobre la realidad de los presos etarras. En fin, estamos ante un disco importante, de gran calibre. Este tortazo a mano abierta sobre las conciencias de propios y extraños es uno de los proyectos sonoros más necesarios, valientes -y mejor ejecutados- de los últimos años y así se debe de entender. Es "El estado de las cosas" (Kortatu, 1986) del 2017. A Joe Strummer le pondría el tupé de punta. Sí, así da gusto volver a las barricadas.
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